Vittorio se levantó de la silla con una rigidez que solo la tensión podía esculpir. Su mirada recorrió el salón como una advertencia silenciosa antes de detenerse en Dante.
—Es mejor que nos separemos —dijo con una firmeza que no admitía discusión. —Así podremos encontrar a Aurora más rápido.
Dante lo observó un par de segundos antes de incorporarse también. No había duda en su rostro, solo resignación y determinación, entre los dos buscarían a Aurora.
—Está bien —respondió Dante con voz grave.
Fiorella frunció los labios. La mueca de desagrado fue instantánea, como una reacción visceral que no pudo ni quiso esconder. No le gustaba la idea, y menos aún el tono de mando en la voz de Vittorio.
Pero antes de que pudiera articular palabra, Vittorio caminó hacia ella con pasos decididos. La tomó del brazo con firmeza, pero sin violencia, y se inclinó hacia su oído.
—Tú vienes conmigo —susurró Vittorio en voz baja, como una orden camuflada de petición.
Fiorella apenas alcanzó a balbucear u