Terminamos nuestra cena sintiéndome completamente feliz porque en ningún momento tuvo algún malestar y a diferencia de lo que pensaba, no se mostró incómoda por las miradas que a veces nos daban.
No necesitamos alcohol para poder disfrutar de nuestro tiempo juntos, tampoco es necesario estructurar frases muy inteligentes o hablar de temas sin importancia, porque no hay la necesidad de admirar, sino de disfrutar de nuestra compañía.— Es momento de ir a casa.— Pero, amor… ¿podemos quedarnos un poco más? — implora Axael con su mirada suplicante.— La noche está fría y debemos tomar en cuenta la salud de la bebé, querida esposa. — digo y eso cambia por completo cualquier súplica que apenas iba a verbalizar.— Está bien, vayamos a casa. — responde.Tomando la mano de mi esposa y con nuestra sea en los brazos de