Dos días después.
Era el momento de despedirla, no era posible mantenerla más tiempo con nosotros cuando su alma, eso que la hacía ser una mujer que portaba paz, amor y deseos de ser mejor, ya no se encuentra con nosotros. Por lo menos, no se encuentra ya en su cuerpo.— Hijo, ¿Cómo te sientes?— Como si me hubiesen quitado el corazón, respiro de forma mecánica, pero, no lo hago bien, porque la mitad del corazón pertenece a los pulmones y la otra mitad, le lleva sangre a un cuerpo que quiere darse por vencido.— Maximiliano…— Pero, no lo voy a hacer, quiero estar con ella, continuar nuestra historia en el más allá, pero, es porque no quiero separarme de mi querida esposa y no porque quiera morir, no como antes que solo pensaba en eso, si no, como una forma de hablar con ella.— Eso quiere decir…— No necesitas preocuparte