116. Seis Semanas
—¿Pueden contarme sobre un conflicto reciente? —pregunta la Dra. Echeverría.
Sus ojos, agudos detrás de las gafas de montura fina, oscilan entre Max y yo. No es una pregunta casual; es un examen. Después de seis semanas de terapia intensiva, ella busca grietas en los cimientos que estamos construyendo.
Max me mira. Hay una chispa de humor en su expresión, como si estuviera escaneando mentalmente su semana en busca de algún drama reportable. —El martes —dice él finalmente—. Tuve que cancelar nuestra cena. Un desastre logístico.
Josefa asiente y gira su silla hacia mí. —¿Y cómo te sentiste con eso, Lorena? Quiero la verdad.
—Decepcionada —admito—. Había cocinado su plato favorito. Tenía un vino especial. Llevaba todo el día pensando en esa noche. Cuando vi su mensaje, sentí frustración y rabia.
—¿Y qué hiciste con esa rabia?
—Se la comuniqué —respondo. Miro a Max y le aprieto la mano—. Le dije: "Entiendo que es trabajo, pero me duele porque esto era importante para mí".
—¿Y tú, Max? —Jos