Mundo ficciónIniciar sesiónLa pesada puerta de madera se cerró a sus espaldas, amortiguando el murmullo de la multitud y sumergiéndolos en una penumbra silenciosa. El interior de la cabaña del líder era vasto y olía a humo de leña, a pieles curadas y a poder. Una hoguera central ardía en un foso de piedra, sus llamas proyectaban sombras danzantes sobre las paredes de troncos, donde colgaban trofeos de caza: cráneos de bestias salvajes, garras del tamaño de dagas y pieles de criaturas que Elizabet ni siquiera reconocía.
En el extremo opuesto de la sala, sentado en un trono toscamente tallado en un enorme tocón de árbol y cubierto con la piel de un gran oso negro, se encontraba un hombre-bestia.
Era, sin duda, el líder del clan.
Era más viejo que Darius, con vetas grises en su oscuro cabello de tigre y en el pelaje de sus orejas. Su cuerpo no era el de un guerrero joven, pero poseía una







