Mundo ficciónIniciar sesiónLa espera fue corta, pero cada segundo se estiró bajo la intensa mirada del guardia llamado Kael. No era una mirada hostil, sino algo mucho más complicado: una mezcla de asombro reverencial, envidia y un anhelo tan profundo que resultaba casi doloroso de presenciar. Darius permaneció inmóvil, su cuerpo era una barrera protectora entre Elizabet y el guardia, su mano nunca soltó la de ella.
Pronto, el sonido de pasos apresurados resonó en el sendero. El primer guardia regresó, pero no venía solo. Lo seguían otros cuatro guerreros, todos imponentes y con la misma marca de estupefacción en sus rostros. No dijeron nada. Simplemente se posicionaron a su alrededor, una escolta no solicitada, y les hicieron un gesto para que avanzaran.
Comenzó la caminata hacia el corazón del asentamiento.
Fue como caminar a través de un incendio.
La noticia de su llegada se h







