La lluvia golpeaba con insistencia el techo de la cabaña que Aidan habĂa elegido como su refugio temporal. El lugar no era especialmente cĂłmodo, pero tenĂa algo que los demĂĄs no: privacidad. Lejos de oĂdos ajenos, lejos de las tensiones que se desbordaban en la aldea tras el anuncio de la ruptura de la barrera protectora.
Eira llegĂł envuelta en un manto oscuro, con el cabello aĂșn hĂșmedo y los ojos cansados. La habĂan estado buscando desde el amanecer para reuniones, entrenamientos, revisiones de defensa... Pero ella solo habĂa querido estar ahĂ. Con Ă©l.
âÂżEstĂĄs seguro de que aquĂ no nos escucharĂĄn? âpreguntĂł, dejando caer la capucha y sacudiĂ©ndose el agua del abrigo.
âLo revisĂ© tres veces. Nadie merodea por aquĂ ârespondiĂł Aidan mientras encendĂa una lĂĄmpara de aceite que esparciĂł una luz cĂĄlida y temblorosa por la estancia. Se girĂł hacia ella con una expresiĂłn mĂĄs suaveâ. ÂżEstĂĄs bien?
âNo lo sĂ©. Pero... tenemos que hablar.
Ăl asintiĂł. No habĂa mĂĄs tiempo que perder. Mientras las amen