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Marcada por la Sangre y la Luna
Marcada por la Sangre y la Luna
Por: Sailor15
🌙 Capítulo 1 — El eco de la luna sangrienta

 

La luna llena pendía alta en el cielo, teñida de un rojo oscuro y vibrante que parecía arder con un fuego interno. En un campo devastado por la guerra, las sombras bailaban entre los restos humeantes y los cuerpos caídos. El aire estaba cargado de un olor metålico, una mezcla insoportable de sangre fresca y tierra quemada.

Aeryn se arrodilló, temblando, con las manos ensangrentadas sobre la tierra helada. Frente a ella yacía un hombre, o lo que quedaba de él, con los ojos abiertos y brillantes, como si desearan hablarle a través de la muerte. Oírlo. Encontrarla.

—No me dejes
 —susurrĂł, una voz quebrada que retumbaba en su mente, como un eco eterno que nunca podĂ­a ignorar—. Te esperarĂ© en cada vida
 hasta que volvamos a encontrarnos.

El llanto de Aeryn cortĂł la noche, quebrando la pesadilla en mil fragmentos. SaltĂł en la cama, sudorosa, con el corazĂłn golpeando en su pecho como un tambor de guerra. Sus manos temblaban mientras buscaban el borde de las sĂĄbanas, tratando de anclarse a la realidad que parecĂ­a escaparsele entre los dedos.

MirĂł el reloj al lado de la cama: 3:33 a.m.

Siempre la misma hora. Siempre la misma angustia.

Sus dedos rozaron la piel de su pecho y sintió una marca reciente, un arañazo sangrante que no recordaba haberse hecho. Su respiración era irregular, las lågrimas se negaban a dejarla en paz. ¿Era un sueño? ¿O un recuerdo? Algo que la estaba llamando desde muy lejos, desde otra vida, o tal vez, desde otra era.

Se vistiĂł lentamente, tratando de calmar la tormenta que le ardĂ­a en el pecho. La luna sangrienta fuera de su ventana parecĂ­a recordarle que nada volverĂ­a a ser normal.


Al llegar a la oficina, la frĂ­a estructura de Virel Industries le pareciĂł un castillo inexpugnable, lleno de sombras que no la dejaban respirar. Los tacones resonaban sobre el mĂĄrmol pulido, un ritmo constante que trataba de mantener el control de sus propios nervios.

Desde que habĂ­a aceptado el puesto de asistente personal de Lucien Virel, el CEO mĂĄs joven y temido de toda la ciudad, su mundo habĂ­a cambiado drĂĄsticamente.

Lucien era un enigma envuelto en elegancia y poder. Alto, de ojos grises como tormentas, con una presencia que llenaba la habitaciĂłn incluso antes de que hablara. Y algo en Ă©l —algo que no podĂ­a explicar— hacĂ­a que sus sueños sangrantes se volvieran mĂĄs reales.

Justo cuando cruzaba las puertas dobles hacia su oficina, el aire pareció cargarse. La puerta de cristal se abrió con un sonido sutil y allí estaba él, esperåndola, con una expresión tan intensa que le atravesó el alma.

—Aeryn —dijo con voz profunda, suave, pero llena de un mandato indiscutible—. Cierra la puerta.

Ella obedeciĂł sin dudar, sintiendo cĂłmo el pulso le golpeaba con fuerza en las sienes.

—Hay algo que necesitas saber —comenzĂł Lucien, sus ojos fijos en los de ella—. Tus sueños. Lo que estĂĄs viviendo
 no es casualidad.

Aeryn tragĂł saliva, incapaz de apartar la mirada de esos ojos que parecĂ­an leer cada pensamiento suyo.

—No entiendo —murmuró—. Son solo pesadillas, ¿no?

Lucien se acercó lentamente, y el espacio entre ellos se volvió eléctrico.

—No son pesadillas. Son recuerdos. Tu alma está atrapada entre dos tiempos, entre dos vidas. Y estoy aquí porque te he estado buscando durante siglos.

Un escalofrĂ­o recorriĂł su espalda. La incredulidad luchaba contra algo mĂĄs profundo, un latido de verdad que dolĂ­a por dentro.

—¿QuĂ© quieres decir con “buscando durante siglos”?

—Que no eres quien crees ser, Aeryn. —Su voz bajó, casi un susurro que la envolvió—. Eres la reencarnación de alguien que fue prometida a mí, pero que fue arrebatada por la oscuridad y la traición.

Ella parpadeĂł, su mente girando en cĂ­rculos.

—¿Prometida? ÂżTĂș y yo?

Lucien asintiĂł, sin apartar la mirada.

—Y esa no es la peor parte. EstĂĄs comprometida con otro hombre. Un vampiro. Caius Dravell. Él quiere poseer tu sangre por razones que aĂșn no entiendes.

La cabeza de Aeryn daba vueltas. Todo parecĂ­a sacado de un cuento de terror, o una fantasĂ­a demasiado absurda para creer.

—¿Vampiros? ÂżHombres lobo? —murmurĂł, incrĂ©dula.

—Y no solo eso —Lucien le tomó la mano—. Estás embarazada.

El impacto la dejó paralizada. Un calor extraño le inundó el vientre.

—¿Embarazada? —preguntó, la voz temblando—. Pero yo
 no podía


—Es mĂĄs que un embarazo. —Lucien apretĂł suavemente sus dedos—. Este niño puede cambiarlo todo. Es la llave para una profecĂ­a que puede traer la paz
 o la destrucciĂłn.

Las lĂĄgrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Aeryn mientras se sentaba, abrumada.

—¿Y quĂ© se supone que haga? —susurró—. No entiendo nada. ÂżPor quĂ© yo? ÂżPor quĂ© ahora?

Lucien se arrodillĂł frente a ella, con la seriedad de un hombre que lleva siglos cargando un peso imposible.

—Porque el tiempo se acaba. Porque hay fuerzas que no entienden el amor, solo el poder. Porque si no recuerdas quiĂ©n eres y por quĂ© estĂĄs aquĂ­, perderemos todo.

Un ruido en la puerta la hizo mirar hacia arriba. Alguien la observaba desde el umbral: una mujer de ojos negros y sonrisa enigmĂĄtica, que parecĂ­a esconder secretos mĂĄs oscuros que la noche misma.

—Ella te ayudará —dijo Lucien sin apartar la vista de Aeryn—. Pero no confíes en nadie completamente.

Esa mujer era Selene, la Ășnica persona capaz de traer los recuerdos de su vida pasada. O de destruir lo poco que quedaba de su cordura.


Esa noche, de regreso en su apartamento, Aeryn abrió una caja antigua que había encontrado esa misma mañana en su casillero, sin saber quién la había dejado allí.

Dentro, un medallĂłn de plata, frĂ­o al tacto, con un grabado que reconociĂł de inmediato: una luna creciente atravesada por una daga.

Al tocarlo, un torrente de imĂĄgenes y emociones la invadiĂł: la voz de un hombre que le susurraba promesas en un idioma olvidado, una guerra de razas sobrenaturales, la traiciĂłn de alguien en quien confiaba y la sangre derramada en nombre de un amor que nunca pudo tener.

El llanto que soltĂł fue desesperado, lleno de todo el dolor que guardaba sin saberlo.

Y en ese momento, supo que su vida cambiarĂ­a para siempre.

Que el hombre de sus sueños, de sus pesadillas, la esperaba.

Y que el tiempo no estaba de su lado.

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