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🌑 Capítulo 2 — Recuerdos en la penumbra

 

El primer rayo de sol apenas rozaba el horizonte cuando Aeryn abrió los ojos, sintiendo una mezcla de agotamiento y una inquietud profunda que le arañaba el alma. La noche anterior había sido una de las mås largas de su vida, llena de imågenes, susurros y una verdad que parecía querer devorarla desde dentro.

En su mano, el medallĂłn de plata descansaba como un peso sagrado. Lo observĂł detenidamente, el grabado de la luna creciente atravesada por una daga parecĂ­a vibrar con una luz tenue que sĂłlo ella podĂ­a percibir.

Un golpe suave en la puerta la hizo saltar. Selene entrĂł con pasos silenciosos, trayendo consigo el aroma inconfundible de incienso y misterio.

—Es hora de que sepas la verdad —dijo sin rodeos, acercĂĄndose para sentarse frente a ella—. Lo que has vivido no es casualidad, ni un mal sueño. Eres la reencarnaciĂłn de alguien que tuvo un papel crucial en una guerra antigua, y tu historia estĂĄ lejos de terminar.

Aeryn la mirĂł, con los ojos grandes, llenos de una mezcla entre incredulidad y esperanza.

—¿QuiĂ©n fui? —preguntĂł con voz temblorosa—. ÂżPor quĂ© siento que me estoy olvidando de algo vital?

Selene exhalĂł lentamente y sacĂł un libro antiguo de su bolso, cubierto con runas que parecĂ­an danzar con cada movimiento.

—Fuiste la guardiana de un linaje que uniĂł a hombres lobo y vampiros en una alianza prohibida. Tu amor con Lucien, entonces un guerrero de la luna, fue tan fuerte que desafiĂł incluso a la muerte. Pero alguien, Caius Dravell, un vampiro oscuro y sediento de poder, te arrebatĂł de Ă©l y de tu destino.

Un nudo se formĂł en la garganta de Aeryn. Su corazĂłn palpitaba con fuerza, resonando con cada palabra.

—¿Y ahora quĂ©? ÂżQuĂ© significa todo esto para mĂ­?

Selene se acercĂł y colocĂł la mano sobre el medallĂłn.

—El niño que llevas en tu vientre es la esperanza de esa alianza. Es la llave para restaurar el equilibrio entre las razas, o la semilla de una destrucciĂłn que nadie podrĂ­a imaginar.

El peso de esas palabras cayó sobre ella como una losa. Miró hacia sus manos, recordando la extraña sensación que había sentido en su vientre desde que descubrió que estaba embarazada.


El ruido de tacones resonĂł en el pasillo de la imponente oficina de Virel Industries. Aeryn avanzaba con una mezcla de nervios y determinaciĂłn. Lucien estaba esperĂĄndola en su despacho, y podĂ­a sentir la intensidad que emanaba de su presencia.

—Aeryn —comenzó con voz grave—, Caius ha hecho su movimiento.

Ella frunció el ceño.

—¿QuĂ© ha hecho?

—Ha enviado a sus emisarios para encontrar el medallĂłn. Saben que es la clave para el niño y para ti.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Sabía que la guerra que la perseguía en sus sueños estaba llegando a la realidad.

—¿Cómo podemos detenerlos?

Lucien se acercĂł y tomĂł sus manos con una fuerza tranquila.

—Confiando el uno en el otro. No solo soy un CEO millonario, Aeryn. Soy parte de una antigua manada de hombres lobo, y he estado protegiĂ©ndote incluso antes de que nacieras.

Ella lo mirĂł, sorprendida por la confesiĂłn.

—¿Un hombre lobo? —preguntó, intentando asimilarlo—. Esto se vuelve cada vez más surrealista.

Él sonrió con melancolía.

—No te mentirĂ©. No serĂĄ fĂĄcil. Pero juntos podemos enfrentar cualquier sombra.


La noche llegó con su manto oscuro, y Aeryn se encontraba sola en su apartamento, rodeada de libros antiguos y símbolos que Selene le había enseñado a descifrar. El medallón descansaba sobre la mesa, emitiendo un leve resplandor.

De repente, un sonido la hizo girar. Al pie de la ventana, una figura oscura se recortaba contra la luz de la luna.

—Caius —susurró, su cuerpo paralizado por el miedo y la sorpresa.

Él sonrió, mostrando colmillos que relucían bajo la luz.

—Pensaste que podrías esconderte de mí para siempre, Aeryn —dijo con voz seductora y amenazante—. Tu sangre me pertenece, y con ella, el poder para dominar este mundo.

Ella dio un paso atrĂĄs, sintiendo que la fuerza de la criatura superaba todo lo que habĂ­a imaginado.

—No me rendirĂ© —respondiĂł con valor que no sabĂ­a tener—. Lucien y yo lucharemos por proteger lo que soy y lo que llevo dentro.

Caius soltĂł una risa frĂ­a.

—Veremos cuánto tiempo puedes resistir.

Antes de que pudiera reaccionar, desapareciĂł en las sombras, dejando tras de sĂ­ un aire helado y un peligro latente.


Los dĂ­as siguientes fueron una batalla constante entre recuerdos que llegaban como destellos y la realidad que se imponĂ­a con brutalidad.

Aeryn comenzĂł a entrenar bajo la tutela de Selene, aprendiendo a canalizar la energĂ­a que su linaje le conferĂ­a. DescubriĂł que podĂ­a sentir la presencia de Lucien a kilĂłmetros de distancia, y que su vĂ­nculo iba mĂĄs allĂĄ de lo fĂ­sico.

Una tarde, mientras caminaban por un bosque cercano, Selene le explicĂł la profecĂ­a que pendĂ­a sobre sus cabezas.

—El niño —dijo— tiene el poder de unir a vampiros y hombres lobo, o de destruirlos para siempre. Es el sĂ­mbolo de un equilibrio frĂĄgil, y debe ser protegido a toda costa.

Aeryn mirĂł hacia el cielo, donde la luna comenzaba a asomarse entre las copas de los ĂĄrboles.

—¿Y si no puedo protegerlo? —preguntĂł con miedo—. ÂżQuĂ© pasa si pierdo a mi hijo?

Selene la abrazĂł con ternura.

—Entonces, recuerda quiĂ©n eres. Recuerda el amor que te une a Lucien. Y lucha, porque el destino aĂșn no estĂĄ escrito.


La tensiĂłn crecĂ­a en Virel Industries. Lucien se mostraba mĂĄs protector, incluso mĂĄs humano en sus momentos a solas con Aeryn. En una noche cargada de emociones, se encontraron en la terraza del edificio, bajo la luz de la luna.

—No quiero que sufras mĂĄs —confesĂł Ă©l, acariciando su rostro con delicadeza—. Mi mundo es oscuro y peligroso, pero tĂș lo iluminas.

Aeryn apoyĂł su cabeza en su pecho, sintiendo el latido fuerte y constante.

—Contigo, siento que puedo enfrentar cualquier tormenta —susurró—. Pero el pasado no deja de perseguirme.

—No estĂĄs sola —prometiĂł Lucien—. Esta vez, lucharĂ© para que ningĂșn recuerdo ni sombra pueda separarnos.

Y mientras la luna los cubrĂ­a con su luz plateada, supieron que su historia apenas comenzaba.

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