El amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación cuando Valeria despertó. Aleksandr ya no estaba a su lado, pero podía escuchar su voz grave en el pasillo. Hablaba en ruso, con ese tono autoritario que reservaba para sus negocios. Ella se incorporó lentamente, acariciando su vientre que apenas comenzaba a mostrar los primeros signos de su embarazo.
Las últimas semanas habían sido una montaña rusa de emociones. Desde que Aleksandr la había reclamado como suya, su vida había dado un giro completo. Ya no era la misma Valeria que trabajaba en aquella oficina, que tenía planes de boda con un hombre que resultó ser una farsa. Ahora compartía techo con uno de los hombres más peligrosos de la ciudad, el padre de su hijo.
Se levantó y se dirigió al baño. Mientras se duchaba, no podía dejar de pensar en la llamada que había recibido de Zoe el día anterior. Su amiga estaba preocupada, le había advertido que tuviera cuidado. "No confíes en todos los que rodean a Aleksandr", le había dicho