El amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación principal cuando Aleksandr abrió los ojos. A su lado, Valeria dormía profundamente, con el cabello esparcido sobre la almohada como un abanico oscuro. La observó durante unos segundos, permitiéndose ese momento de calma antes de que los pensamientos que lo habían mantenido despierto gran parte de la noche volvieran a asaltarlo.
Algo no encajaba. Las últimas tres operaciones habían sido interceptadas con demasiada precisión. No era casualidad.
Se levantó con cuidado para no despertar a Valeria y se dirigió a su despacho. Dante ya lo esperaba con una taza de café negro y una carpeta sobre el escritorio.
—Buenos días, jefe —saludó con su habitual tono neutro—. La información que solicitó.
Aleksandr tomó la carpeta y la abrió. Contenía los registros de comunicaciones de sus cinco hombres más cercanos durante el último mes.
—¿Alguna anomalía evidente? —preguntó mientras hojeaba los documentos.
—Nada concluyente, pero Mikhail ha reali