121. De vuelta a mí
Lana respiró hondo, sintiendo cómo su corazón le golpeaba en pecho con una ansiedad que no sabía nombrar. No recordaba nada y eso la hacía sentir impotente.
El Alfa había enviado a un grupo de curanderas para revisarla y a sus cachorros para asegurarse que todo estuviera bien en ellos.
—Sus memorias pueden regresar en cualquier momento —dijo la curandera guardando un frasco en su bolsa de cuero—. Un aroma, una emoción, un contacto. Cualquier cosa podría desencadenarlo.
Lana suspiró.
Ojalá pudiera recordar todo de una vez.
Lana contuvo el aliento justo cuando sintió la presencia detrás de ella. Eryx no había hablado durante todo el examen. Había estado allí, apoyado en la pared de piedra con los brazos cruzados y la mirada clavada en ella como si fuera lo único que importaba en la sala.
Pero ahora se incorporó llamando la atención de todos.
—¿Terminamos? —preguntó serio.
—Sí, Alfa —respondió la curandera más joven—. No vimos nada preocupante, solo debe descansar.
—Perfecto. Aho