Capítulo 98-Lina

Después de un largo y ruidoso suspiro se hace a un lado, elevando un brazo para que pasemos. Vamos directo a la sala, sentándonos en el sofá frente a su televisor.

—¿Qué hacen? 

—Venimos a ver unas películas y comer helado —le digo con tono casual.

— ¿Alguien es como tú? —pregunta Sole, levantando la película, mientras juega con sus cejas, porque ya sabe la respuesta del morocho.

—Ni de m****a, no vas a poner eso.

—No quiero ver Rambo —niega Sole haciendo puchero.

—Pones eso, y te alzo sobre mi hombro y te saco a la calle como una bolsa de papas —amenaza.

—Pego el dedo en el timbre —retruca, como nena caprichosa.

—Lo desconecto —demanda Gaby, adoptando la misma postura que ella.

—Bien —dice suspirando—. La verdad, no sé qué carajo tiene de emocionante ver a un tipo con un paño en la frente y un cuchillo grande —reprocha conforme camina al reproductor para poner la película.

Gaby se sienta a mi lado, negando con la cabeza y sonriendo de costado, pasa un brazo por mis hombros y me lleva hacia él.

—Si sigue hablando mal de Rambo, la voy a amordazar —suelta sonriendo al ver que Sole seguía despotricando contra su personaje favorito.

—¿Helado? —le digo, saliendo de su agarre y tomando el pote.

—¿Ratón de limón? —curioso; sabe que le trajimos lo que le gusta.

—Por supuesto —le entrego una de las cucharitas que nos dieron en la heladería.

—Estas cucharas son una m****a —entona levantándose—, voy a traer cucharas de verdad.

—¡Y limones! —grito a su espalda, al darme cuenta del tequila.

—No lo veo bien —dice Sole, al tiempo que se sienta a mi lado.

—Yo tampoco.

—Tomen —Gaby nos pasa una cuchara a cada una, cuando llega y se sienta a mi lado de nuevo.

—Gracias —hablamos al unísono.

—Me vas a convidar, ¿o es para ti sola? —pregunta al ver que no pasaba el pote.

—Ufa, diez.

—¿Sus hombres? —curiosa, mientras hinca la cuchara en el helado.

—En mi casa, con Ian... Deben estar tomando cerveza y jugando al Xbox.

—¿Qué hace Ian acá?

—Está buscando a Dany —contesto y veo si su semblante cambia, pero sigue sin inmutarse—. Hoy vinieron dos de tus compañeros al resto —le informe y lo estudio.

—¿Y? 

—Vinieron a avisarme que no vas a trabajar; Me dijeron que hace un par de semanas que te ausentas.

—Lamento que te molesten, no tendrían que haber ido —demanda, dejando el helado en la mesita de café.

—No me molesta, y si fueron es porque están preocupados... Estamos preocupados —le hago saber.

—No tienen porqué —habla con voz estoica.

-Callejear...

—No, Lina; Estoy bien, ya ves. Y no tenían nada que hacer en tu lugar de trabajo.

—¿Por qué eres tan terco? —exclamo, perdiendo la paciencia.

—Mira quién habla —vocifera—. ¿A qué viniste? Estaba tranquilo... Quiero estar tranquilo —dice con semblante duro.

—Sabes muy bien por qué estamos aquí; no puedes seguir así.

—No me digas lo que puedo y lo que no... No me jodas, Lina; jode a Alex, no a mí —dice, levantándose del sofá.

—¿Ahora te jodo?

—¿Qué pensabas? ¿Que viniendo acá con el puto helado, unas películas y el jodido tequila, como antes, iba a estar todo bien? Ya no somos chicos, Lina, tenemos responsabilidades, las cosas ya no son las mismas.

—Qué hipócrita; hablas de responsabilidades, justo tú, que no vas a trabajar —acuso, levantado la voz.

—Sí, justo yo —dice, acercándose a un centímetro de mi cara—. No tienen nada que hacer acá, no las quiero aquí —dice con los dientes apretados.

—Chicos, es mejor que la terminen, antes que se digan cosas que no quieren —interviene Sole.

—Yo ya terminé —dice él, todavía sin quitarme la mirada de encima.

—Yo no —digo desafiándolo.

—Es tu problema —escupe las palabras y se va.

Yo me levanto para seguirlo, pero Sole me agarra de la muñeca para que vuelva a sentarme.

—Dale tiempo —habla con voz suave.

—¿Cuánto más, Sole? No está bien, y me vuelve loca verlo así —artículo, tirando la cabeza hacia atrás.

—Lo sé —suspira apoyando su mano en mi rodilla—, a mí también; pero ya sabes cómo es —Sí, ya sé cómo es, por eso no me voy a dar por vencida, ni mucho menos dejarlo en paz como pidió.

Me levanto del sofá de un salto y voy al iPod que tiene conectado a los parlantes, va a entrar en razón por las buenas o por las malas. Recorro las carpetas hasta buscar la canción que quiero.

“Time is running out” de Muse pongo a todo volumen, corro al sofá y de un salto estoy parada en este. Tomo de la mano a Sole y tiro de ella para que se pare conmigo, lo hace y empezamos a saltar y cantar; Estamos aullando más que cantando, pero eso viene bien para molestar al dueño de casa.

—¡¿Qué carajos hacen?! —se escucha el grito de Gaby por encima de la música.

—¡No te escucho! —grita Sole, tomándole el pelo.

Él camina con pasos enérgicos hasta donde se encuentra el iPod y de un tirón lo desconecta, dejando todo el lugar en silencio.

—Bajen ya de ahí, que van a romper el sofá —ordena.

—Ay, tampoco es para tanto —le resta importancia Sole, con el objetivo de hacerlo enojar más.

—No me busquen —sisea Gaby entre dientes.

—¿O qué? —lo aguijoneo.

—¡¿Acaso no pueden dejarme tranquilo?! —grita, fuera de sí.

—No — dice en seco Sole.

—Quiero estar solo —dice, cayendo de rodillas al suelo—. Solo... no quiero pensar —murmura.

—Podemos no pensar juntos —digo con cautela, acercándome despacio a él.

—Gaby, sabes que estamos juntos en todo —indica Sole con suavidad.

—Son unas plagas —entona el morocho sin levantar la vista. Me siento a su lado y lo miro por un segundo.

—Igual nos amas —le digo, codeándolo juguetonamente.

—Por supuesto que sí —pronuncia, tira de mí para abrazarme y me besa la coronilla. Mira hacia su otro costado y ve a Sole, que también se encontraba ya sentada a su lado. Extiende una mano y tira también de ella, uniéndola al abrazo—. En este momento debo ser la envidia de unos cuantos hombres, tengo a dos hermosas mujeres en mis brazos.

—No te hagas ilusiones —bromea Sole.

—Hey, puedo aprovecharme de la situación —se guasa él, y luego chilla y carcajea porque le pellizqué la espalda.

—Vamos a terminar ese helado —digo, saliendo de su agarre.

—Y el tequila —continúa.

—Y después a dormir, que mañana vas a trabajar —esbozo, palmeándole la espalda.

—Sí, señora.

Ya tenemos a Gaby de nuevo con nosotros; Ahora hay que luchar para que siga así, para que todo vuelva a ser como antes. Aunque falte uno de nosotros, tenemos que hacer lo mejor que podamos, y ser mucho más fuertes.

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