En cuanto llegamos a la oficina y nos acomodamos, le insto a que hable.
—Ok, como dije antes, vengo a quedarme por un tiempo; Hice que me trasladaran aquí, para buscar como es debido a tu ex —Al escucharlo decir eso a mí se me corta la respiración, recordando todo lo ocurrido—. Quiero zanjar ese tema de una vez, y hacer que se pudra en la cárcel.
—Está bien, pero sabes que no tienes que hacer esto...
—Quiero, y tengo que hacerlo; de todas maneras no te estoy pidiendo permiso, solo te estoy informando.
—Bien, como quieras... ¿Te quedarás con nosotros?
—Nop —niega—; Ya alquilé un apartamento por aquí cerca.
—Puedes quedarte con nosotros, Ian; no es necesario que te quedes en otro lado y gastes en un alquiler.
—Lina, te agradezco de todo corazón, en serio; pero no sé cuánto tiempo voy a estar aquí, y por el alquiler no te preocupes, que sabes bien que el dinero no es problema —dice con una sonrisa de "tengo dinero para hacer un colchón, y hasta almohadones con la cara de Benjamín Franklin".
—Bien; hoy ve a mi casa, que Alex va a estar solo —le aviso.
—Sí, ya hablé con él... Pienso llevar algo de entretenimiento —dice con sorna.
—Ni se te ocurre, porque los dejo eunucos a ambos —lo amenazo; no tiene caso, con su carita de buen chico destartala a cualquier chica.
—¿Me cree capaz de hacer eso? —Se lleva una mano al pecho y hace puchero como un niño al que acaban de reprender.
—Solo compórtate.
—Siempre. Bueno, me voy —avisa, levantándose—; Todavía tengo que hacer un par de paradas más.
—Ok, te acompaña —Me levanto y salgo adelante de él, que me abre la puerta mostrándose un caballero; mentiroso.
—Adiós —canturrea con su gran sonrisa, haciendo un asentamiento al pasar por el mostrador donde todavía se encuentran Sofi y Tony. Hoy nadie trabaja.
— ¿Quién era ese? ¿El gemelo de Poseidón en la película "Los inmortales"? —curiosea Tony sin dejar de mirarlo.
—Ese culo es de él? —cuestiona Sofi y, al igual que Tony, sin dejar de mirarlo, solo que ya sabemos lo que ella le está mirando.
—Voy a traer un balde... Ya vuelvo.
—¿Para qué? —Pregunta Sofi desconcertada.
—Para que no mojen el piso con la baba —contesto sonriendo y caminando a la cocina para buscar de una vez a Sole.
Cuando llego, el encuentro absorta, decorando su plato ya casi terminado; le está colocando una salsa de color rosa, y por lo que puedo divisar es salmón.
Está tan concentrada que no se dio cuenta que estoy a unos pasos de ella.
—Qué bien huele —Inhalo fuerte, y no lo digo para que vea que llegué, lo digo porque en verdad huele muy bien.
—Lina —Da un pequeño respingo, pero se compone con rapidez—, llegaste justo, necesito que lo pruebes —dice, colocando unas ramitas de tomillo para la decoración.
—¿Por qué yo? Todavía no terminé de arreglar lo del seguro de vida, y no hice el testamento —bromeo.
—Vamos, Lina, se buena amiga y prueba —pide, acercándose con una porción en un tenedor y haciendo puchero.
—¿Por qué no lo prueba tu asistente? —Señalo al oído—. Yo no quiero ser tu conejito de India —alego, finciendo miedo.
—¡Por fa!
—Bien; que sea rápido, no quiero sentir dolor —Abro la boca para aceptar el bocado. Gimo de placer; para ser sincera, está muy rico, y en definitivo era salmón, y esa salsa de color rosa le da un toque agridulce que me encanta—. Está muy bueno, Sole.
—Gracias... Con esta receta tengo que pasar ese puto examen —Suelta un pesado suspiro.
—Seguro que lo pasas con carita feliz.
—Es la idea.
—Bueno... Te buscaba porque a la noche vamos a la casa de Gaby; dos de sus compañeros vinieron para informarme que hace dos semanas que no se presenta en el trabajo —le hago saber, e hinco el tenedor en el salmón y lo llevo a mi boca.
—Debe estar mal —habla con pesar.
—Por eso tenemos que ir.
—Sí, obvio; le aviso a Erik y estoy libre —me asegura.
—Bien —Llevo otra vez el tenedor al salmón, pero Sole se me adelanta y me lo arrebata de la mano—. Sole —me quejo.
—Basta, Lina; no es hora de almorzar, y después esto se te va al culo —me reprende como si fuera una niña que quiere un dulce antes de la cena.
—Sole, después lo bajo en el entrenamiento, no jodas —me mofo.
—No —asevera—; Cuando tengas celulitis en el culo te vas a lamentar, así que no. Después vas a agradecérmelo —habla convencida, como si eso me importara.
—Sole, no seas exagerada, que sabes que poco me importa todo eso del cuerpo perfecto.
—Lina, no creo que te guste tener el culo lleno de celulitis cuando en la cama te espera un Adonis con la tablita de chocolate.
—Sole, si me quiere, me va a querer con celulitis, con herpes, con lo que sea; y si no, que se vuelva a Estados Unidos y se busque una Barby plástica.
—Eso dices ahora —afirma.
—Y lo voy a decir después —aseguro—. Hay otra noticia.
—Habla, Lina; Como te gusta el misterio.
—Sí, mucho Allan Poe y Stephen King —me burlo. Ella rueda los ojos, así que hablo—. Adivina quién está en Argentina —empiezo, aguijoneándola.
—Pista —se engancha en el juego.
—No es de Argentina.
—Eso ya me di cuenta, cuando me dijiste que estaba en Argentina —Tiene razón—; mejor di el nombre de una vez —me apura.
—Ian.
—Ian... ¿Ian? ¿El primo de Alex? —pregunta desconcertada.
—El mismo que viste y calza.
—¿Y qué hace en Argentina?
—Quiere metro preso a Dany… —le cuento todo lo que me comentó Ian, y lo que pensaba.
— ¿Quién era ese portador del pecado? —pregunta Tony entrando en la cocina.
—Es Ian, el primo de Alex —Me río por la cara que pone.
—Por supuesto, tenía que ser pariente de tu dorado dios; pero que suerte tienen ustedes —articulado resignado.
—Tranquilo, boricua, es solo un hombre —le digo, todavía riendo.
—Claro, porque hay de esos tembladores de culos por doquier.
— ¿Tembladores de culos? —pregunto confundida, creo que le perdió el hilo.
—Sí, tembladores de culos; esos que apenas una vez y el culo empieza a temblar pidiendo una probada —Con Sole estallamos en carcajadas.
—Se me hace que este boricua necesita una sacudida —pronuncio, dándole un nalgazo.
—Tranquilo, chico, ya vas a tener tu minuto de fama —manifiesta Sole, haciéndole señas obscenas.
—Este fin de semana me voy al boliche, necesito ese minuto de fama urgente.
—Ay, se me acaba de ocurrir una idea —digo, dando saltitos, y me felicito mentalmente.
—¿Con qué vas a salir ahora? —pregunta Sole.
—Hay que darle la bienvenida a Ian... y qué mejor que hacerlo en el boliche que más le gusta a mi amigo personal —declaro, jugando con mis cejas.
— ¿Estás proponiendo llevar al boliche gay? —cuestiona Sole, incrédula.
—Ajam; hay que darle la bienvenida.
—Yo le voy a dar la bienvenida como es debida; si no es puto, lo vuelvo puto... hasta que tenga vértigo en la cola —asevera Tony.
—Piedad, Posca, piedad —hablo entre risas, refiriéndome a Favio Posca en la película Argentina "Apariencia".
A las ocho de la noche, con Sole emprendimos el viaje a la casa de Gaby; pero antes teníamos que hacer unas compras: helado, tequila y películas, era nuestra pequeña lista.
Después de hacer las compras, llegamos a la casa del susodicho; Todavía no bajamos del auto, estamos tomando coraje para enfrentarlo. De los cuatro, él siempre fue el más difícil de llegar, y sabemos que esto lo va a ser, aún, más difícil.
Muevo mis hombros en forma circular y ladeo la cabeza para relajarme un poco, tomo una respiración profunda y me dispongo a salir del auto.
Ya en la puerta de su casa, toco el timbre, pero nadie sale; unos segundos después vuelvo a tocar y obtengo el mismo resultado.
—Este hijo de su buena madre se hace el difícil —escupe Sole irritada.
—Voy a tocar el timbre hasta que abra —le aseguro. Vuelvo a tocar y nada. Entonces me dispongo a dejar el dedo prendido en el timbre, va a salir seguro con eso.
—¡Qué m****a! —maldice Gaby al abrir la puerta.
—Pelis y helados —habla Sole, levantando las bolsas para que las vea. Yo todavía sigo con el dedo en el timbre.
—Lina, puedes sacar el puto dedo del maldito timbre —habla, visiblemente enfadado.
—¿Nos vas a dejar entrar? —Lo reto, elevando una ceja.