Capítulo 95-Lina

Mi padre odia los hospitales, se comporta como un chico muchas veces, y creo que eso fue lo que enamoró a mi mamá «la enfermera», su actitud juvenil; la mayoría de las veces, cuando recién conoce a una persona, se presenta con un gran ceño fruncido actuando como Shrek, pero solo es apariencia. Si le caíste bien, ese ogro no vuelve.

Después que la doctora nos informara sobre el estado de mis padres y nos dijera que de seguro en dos días se podía ir a casa, ella nos deja solos de nuevo, avisándonos que nos quedaban pocos minutos para que terminara la hora de visita.

—Voy a ir a su casa a buscarles ropa, y lo que necesiton para llevar a mi casa —les aviso.

—Adelina Luz Rinaldi —Mi padre diciendo todo mi nombre completo, eso era motivo para que lo fulminara con mi mirada, como dicen en las novelas de romance juvenil, y que Gaby largara su sonora carcajada.

Giro mi cabeza a lo Linda Blair y le echo una mirada de muerte, la cual solo hizo que ría más y elevara los hombros despreocupado; ya me voy a vengar de él. Al salir del hospital voy a patearle el culo. Odio mi nombre y Gaby lo sabe, y disfruta cuando mis padres se enojan y lo dicen completo.

—Papá —hablo tranquila, tratando que entienda—, quiero que vayan a mi casa.

—Ya he dicho que no, y no voy a cambiar de opinión —Voy a hablar, pero me interrumpe—. Estoy cansado, quiero dormir —dice, agitando la mano para despacharnos. Yo niego con la cabeza y me dispongo a levantarme, me acerco a la camilla de mi madre y le doy un beso en la frente.

—Los vendré a buscar para llevarlos a SU casa —digo con provocación. Ella asiente sonriendo y la vuelta a besar.

Los demás saludan a mis padres como corresponde, mientras yo los espero en la puerta todavía sin cruzarla. Cuando todos están por salir, me hago a un lado para retirarme después de ellos.

—Adelina —llama—, todavía soy tu padre, merezco que me saludes como es conveniente —Tomo aire y lo exhalo despacio conforme doy la vuelta.

—Mi mamá siempre hace enojar al Abu —se escucha la vocecilla acusadora de mi hija.

—Es que tu mamá es una chica rebelde —la segunda Gaby.

Camino hasta su cama y le deposito un beso en la frente, todavía enojada por su terquedad. Cuando me incorporo para irme, me toma la mano y me i***a a que me agache.

—Es un buen joven —articula, haciendo un asentamiento apenas perceptible hacia Alex—; te quiere, y se nota. Deja que entre —agrega, apoyando un puño en mi pecho, del lado del corazón. Yo asiento y le doy otro beso, ya no tan enojada.

Cuando cruzo la puerta, Alex se posiciona a mi lado con Aye tomada de su mano.

—Ya sé de quién heredaste la tozudez —susurra en mi oído.

—Y no es lo único —entono, mirándolo de reojo. Pasa su brazo libre por mis hombros y me pega a él, depositándome un beso en la cabeza.

—Es bueno saberlo, Luz —aguijonea sonriendo, sacando su brazo de mi hombro; Toma mi mano con la suya libre, mientras Aye va dando saltitos.

—No te burles —le gruño, y besa mi frente sin dejar de sonreír.

Al salir, mi hija se suelta del agarre de Alex y corre para subir al auto, Gaby va detrás de ella y la hace entrar. Veo mi oportunidad para vengarme y no la pienso desaprovechar. Él está agachado en la puerta trasera del auto, poniéndole el cinturón de seguridad, y es mi oportunidad para patearle el culo, como me prometí dentro del hospital. Me suelto de Alex y voy con ímpetu al objetivo de mi venganza, pero cuando estoy cerca me agarran fuerte de la cintura.

—Quieta —murmura en mi oído Alex.

—Alex —me quejo. Me da la vuelta y acomoda un mecho rebelde de mi pelo detrás de mi oreja.

—Déjalo tranquilo —entona con ternura. Estoy por protestar, pero soy interrumpida.

— ¿Qué pasa? —pregunta el susodicho al vernos tan cerca y hablando bajo.

—Nada —suelto por encima de mi hombro.

—A dónde vamos? —Indaga Solé.

—Yo voy a mi casa —anuncia Gaby, sin mirar a nadie en particular.

—¿Por qué? —pregunto desconcertado. No quiero dejarlo solo.

—Tengo cosas que hacer —responde, todavía sin mirar.

—Bueno, te llevamos.

—No, voy a caminar —expresa, ahora sí mirándome a los ojos.

Alex me aprieta la cintura de donde me tiene agarrada con disimulo, por lo que no insisto.

Él se despide de Aye haciendo sus típicas bromas, y luego de Erik y Sole. Le tiende la mano a Alex y se palmean la espalda con la otra. Luego viene a mí, me mira por un segundo, un largo segundo, y me da un beso en la mejilla; Yo lo encierro por la cintura con un abrazo, titubea, pero enseguida corresponde.

—Pórtate bien —pide, rompiendo el abrazo y acunando mi rostro. Yo asiento, ya que no puedo decir ni una palabra por el nudo que está atorado en mi garganta. Al darme cuenta, él me vuelve a abrazar—. Te quiero —susurra en mi oído.

—Yo también —Deja caer un beso en mi sien, y luego deshace el abrazo para emprender su caminata.

Alex encierra mi cintura con sus brazos por detrás y me besa el hombro, para luego apoyar la barbilla en este.

—Va a estar bien —dice, consolándome.

—Sí —murmuro, apoyando la parte trasera de mi cabeza en su pecho—. Va a estar bien —aseguro. Besa de nuevo mi hombro y luego me da la vuelta para que lo mire a los ojos.

—Te amo —Me deposita un dulce beso y succiona mi labio inferior.

—Te amo —musito.

Me abraza con fuerza, resguardándome en sus brazos.

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