Comenzo a abrir los ojos con dificultad, la verdad es que no dormí casi nada; Tuve una maratón de sexo, y sabe Dios que no me quejo, pero no quiero levantarme tan temprano. De todas maneras, otra no me queda; hoy es el funeral del padre de Lucas y tengo que estar ahí; Además, tengo que llevar a Aye a la casa de mi mamá.
Respiro profundamente, va a ser un largo día. Siento que Alex aún está dormido, tiene un brazo pasando sobre mi cintura aferrándome a él y sus piernas entrelazadas con las mías, me giro y contemplo cómo duerme; su respiración es tranquila y sus rasgos están relajados, en estos momentos parece más joven de lo que realmente es.
Me dispongo a levantarme con mucho cuidado para no despertarlo y, cuando me siento sobre el borde de la cama y pongo los pies en el piso, lo escucho hablar.
—Vuelve a la cama —dice, llevándome de nuevo hacia él.
—Ganas no me faltan. Pero hoy es el día del funeral, ¿recuerdas?
—Sí —suspira—. ¿Nos duchamos juntos? —indaga, moviendo las cejas divertido.
-No; si nos duchamos juntos vamos a hacer más cosas, y no hay tiempo para eso ahora —contesto riendo.
—Pero hay que hacer eso del mañanero —manifiesta, muy comprometida con la causa. No puedo evitar reírme.
—Haremos un merendero, ahora deja que me levante —me tiene casi encima de él y rodeado por sus brazos.
—Merendero —repite pensativo.
—Alex —advierto.
—No —suelta como niño caprichoso y me besa, afectado todos mis sentidos y mi voluntad para levantarme.
—Ya; hay cosas que hacer. Muévete —ordeno, saliendo de su agarre.
—Sí, señora —farfulla a regañadientes.
Después de una ducha rápida salga a la habitación envuelta en una toalla púrpura. Él todavía sigue en la cama, pero ya había buscado qué vestir; Levanta la vista para mirarme y se queda viéndome por unos segundos.
—Dios, Lina; Estoy poniendo toda mi fuerza de voluntad para no ir hasta ahí y sacarte esa maldita toalla.
—Usa esa fuerza de voluntad para ir a la ducha —digo, dándole la espalda y yendo al armario.
—Estoy en eso —masculla.
Entonces se me ocurre una pequeña idea maliciosa. Saco una lencería bastante sexy que me había regalado Sole para mi cumpleaños, es de encaje color rojo con destellos en negro, y muy pequeña; Despojo la toalla de mí, dejándola caer al suelo. Sus ojos se abrieron desmesuradamente en cuanto me vio como Dios me trajo al mundo, puedo ver como su pecho baja y sube en forma más errática; se pasa la lengua por sus labios, dejando una fina lámina de humedad.
—Ángel, no me lo estás poniendo fácil —habla con voz ronca.
—Nadie dijo que lo sería —expreso, mientras me pongo mi lencería en movimientos lentos y calculados. En cuanto me doy cuenta de lo que piensa hacer, chasqueo con mi lengua—. Al baño, ahora —le ordeno; suspira y se levanta rápidamente, yendo al baño.
Cuando salí yo estaba sentada en el borde de la cama, peinándome el cabello; ya me había vestido con un pantalón ajustado negro, una camisa tallada también negra, y unos zapatos tres cuarto, obviamente negros. Él estaba con el torso desnudo, húmedo, todavía le corrían gotas de agua y llevaba una toalla negra debajo de las caderas; muy abajo de las caderas.
—Disfrutando la vista —se burla, mostrando su arrogancia y su sonrisa de "te atrapé mirando, y te gustó".
Yo niego con la cabeza y sonrío.
Deja caer la toalla al piso y se dispone a caminar hasta el armario. Por todos los libros eróticos de la historia, ese hombre tiene un culo prodigioso; Tengo que levantar mi mandíbula del suelo con las dos manos, el muy maldito se estaba vengando. Trago saliva y me levanto de la cama.
— ¿Café y muffins? —pregunto, en el tono más casual que me permitía mi vista panorámica.
—Suena bien para mí —contesta dándose la vuelta, para que tuviera una visión en 4D de su erección; M****a, me salió el tiro por la culata. Con dificultad asiento, y salgo de esa habitación más rápido que las ratas del Titanic.
Paso por la habitación de Aye para despertarla, abre la puerta y el encuentro guardando unos cuantos ponis en su mochila.
—¿Qué estás haciendo?
—Guardando los ponis en mi mochila para darles de comer en lo de la babu— responde con tono de obviedad.
—Llévate ropa extra; y baja rápido, que voy a preparar el desayuno —le informo.
—Sí, mamá —dice bufando.
Bajo a la cocina, estoy preparando el desayuno y el timbre de la puerta da señales de vida. Espero que no esté como anoche, sonando a cada rato; Estoy pensando deliberadamente en dejar la puerta abierta, o regalar llaves, ese sonido ya es irritante.
En cuanto abro, me encuentro con que llegaron todos juntos y con una caja cada uno; Eso es bueno, quiere decir que no va a volver a sonar más el maldito timbre.
—Trajimos todo lo que necesitamos —anuncia Gaby, me da un sonoro beso en la frente y entra.
—Bien, pongan todo arriba del sofá.
Lucas pasa dándome un beso en la frente, y Sole guiñándome un ojo.
—Buen día, preciosa —saluda Erik.
—Buen día, precioso —bromeo.
—¿Huele un café? —curiosa Gaby, dirigiéndose a la cocina.
—Qué bueno que preparé bastante, vamos a desayunar —invito, yendo hacia la cocina tras Gaby.
Una vez todos ubicados, baja Alex con Aye a caballito. Ella, al ver a Gaby, salta bajándose de mi hombre para correr hacia él.
—Dios, esta nena tiene un muy mal gusto —masculla Sole.
—Hey, de las mujeres que hay en esta cocina, ella es la más inteligente —demanda Gaby.
—Es verdad; solo una nena de siete años, puede estar loca por ti —ataca la pelirroja.
—Por eso es la más inteligente; ahora deja de hablar de mi chica —suelta el morocho.
—Gaby, necesitas una mujer urgente, ya las muñecas inflables no ayudan —lanza Lucas con diversión.
—Yo tengo amigas que te puedo presentar —interviene Erik.
—No tienes ninguna amiga —Sole lo aniquila con sus ojos.
—Pero si... —quiere hablar, pero lo interrumpimos.
—No tienes —decimos al unísono con Lucas, negando con la cabeza para darle más énfasis.
—Ok, no tengo —murmura resignado y agachando la cabeza.
—Creo que ya entregó la tarjeta de hombre —enuncia divertido Alex.
—Tú no te quedadas atrás —refuta Erik.
—Por favor, mi tarjeta todavía está intacta —exclama con arrogancia.
—Sí, la tengo yo —me interpongo en la discordia, haciendo que todos se rían.
—Y este cordero está en huida —canturrea Gaby, levantándose y saliendo de la cocina.
—Él no dijo eso —digo negando.
—Oh, sí, sí lo dijo —afirma Lucas.
—¿Qué dijo? ¿No lo entiendo? —quiere saber Erik.
—Es una estrofa de una canción de Maroon5 —dice Lucas.
—Sigo sin entender —dice él con el ceño fruncido.
—Y este cordero está en huida, buscando el significado. Maroon5, el tema se llama Lost Stars; de todas formas, no tiene nada que ver el tema con lo que fue a hacer —termino explicándole. Espero que al menos prenda un sahumerio.
—¿Te gusta Maroon5? —cuestiona Alex, mirándome con curiosidad.
—Sí, me gusta, y Adam Levine es muy sexy, con todos esos tatuajes, esos brazos —contesto sin pensar.
—Voy a golpear a ese tal Adam Levine —refunfuña, frunciendo el ceño. A mí no me causa más que risa y ternura.
Después de media hora emprendimos el viaje hacia la casa de mi madre, para dejar a Aye allí. Lucas y Gaby fueron en un auto; por supuesto que Aye fue con ellos, y Sole, Erik, Alex y yo en mi auto.