Sus manos comienzan a bajar por mi vientre, hasta llegar mi centro; yo jadeo y tiro la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Mientras se adentra en mí, con su otra mano toma uno de mis pechos y los masajea suavemente. Comienza a besar mi cuello, yo me arqueo y muevo mi cintura al ritmo que sus dedos se mueven dentro de mí. Saca su mano y gruño al sentir el vacío que deja. Me toma de las caderas, colocándome frente a él, apoyando mi espalda en el borde de la bañera. Me besa con fiereza, muerde mi labio inferior con una fuerza controlada y luego va bajando, regalándome besos en su camino. Llega a mi pecho derecho y toma mi pezón con su boca, succionando, raspando sus dientes haciendo que se ponga más duro y doloroso. Luego se toma el tiempo dedicándoselo al otro pezón, lo sopla, provocando que una electricidad ardiente recorra mi espalda. Sigue su camino hacia abajo y, cuando llega a mi sexo, sopla suavemente haciéndome estremecer; pasa una vez su lengua, yo jadeo y me arqueo, repite la acción y vuelvo a jadear. Con sus dedos se abre espacio entre mis pliegues y mete su lengua en mi interior, comienza a entrar y salir con ella, con dureza, mientras que con su pulgar estimula mi clítoris. Sigue embistiéndome con su lengua a un ritmo calculado, yo no puedo parar de gemir, lo agarro del cabello tirando de él, buscando más profundidad de su lengua. Él la saca de mí para reemplazarla por dos de sus dedos y hace que se ocupa de mi clítoris, saboreándolo, succionándolo, mordisqueándolo.
—Alex...—jadeo.
—Hazlo, déjame probarte —murmura sobre mí, y vuelve al ataque con su lengua y sus dedos, añadiendo también un tercero y moviéndolos más frenéticamente.
Yo no aguanto más y me dejo ir por el orgasmo, mi cuerpo se convulsiona, jadeo su nombre. Él no deja de embestirme con sus dedos y succionar mis fluidos. Toma mi clítoris con su boca y bebe todo mi orgasmo. No para hasta que mi cuerpo deja de temblar, volviendo a la normalidad.
Me toma entre sus brazos conforme besa mi cuello y me lleva hacia él, posicionándome a horcajadas, y con lentitud me baja a su encuentro; mientras más bajo, más entra en mí. Una vez que entró por completo, clava sus dedos en mis caderas y comienza a moverme a su ritmo, yo sigo su movimiento, contrayendo mis músculos internos succionándole su glándula. Esconda su rostro entre mis pechos y dice cosas inaudibles. Saca una de sus manos de mis caderas, toma un pecho y se lo lleva a la boca, mordiéndolo cada vez que succiono su glande.
—Me vuelve loco que hagas eso —murmura con la boca llena.
Lo siento que está por llegar y lo succiono más fuerte, moviéndome más profundo y en forma circular. Muerde mi pezón y luego lo chupa.
—Vamos a llegar juntos —no era una pregunta, era una exigencia.
Lleva su pulgar a mi clítoris pasando su mano por en medio de nosotros, y comienza a moverlo de forma circular, provocando con eso que todo mi cuerpo se tense.
Con una mano me llevaba más a él, haciendo que entre más profundo en mí, y con la otra frota rudamente mi clítoris.
Tratando de tener un poco de control sobre mi cuerpo, me acerco a su boca y la atraco, la recibe con vehemencia hasta que ambos empezamos a convulsionar y explotamos, diciendo nuestros nombres como un rezo, en un espectacular orgasmo.
Nos quedamos así, yo encima de él, con mi cabeza escondida entre su cuello y su hombro, y él dentro de mí, con su cabeza apoyada hacia atrás. Los dos tratando que nuestras respiraciones se estabilicen.
—Dudo que nuestra convivencia sea complicada —murmura, cortando el cómodo silencio.
—¿Por qué? —pregunto, alzando la mirada para verlo.
—Porque si nos mantenemos así, nos vamos a llevar muy bien —responde, mostrándome su sonrisa, y su mirada de "ojitos de hotel".
Miro sus ojos y luego su boca, que se encuentra hinchada y roja por su espectacular trabajo, y me voy hacia ella, la irrumpo con mí ser y llevo mis manos a su nuca, atrayéndole más a mí y haciendo más profundo el beso. Es ahí cuando siento que su pene comienza a palpitar de nuevo, y sonrío en su boca. Nuestra convivencia va a ser muy buena.