Después de ducharme y cambiarme salimos al bar del hotel, nos pedimos un Martini cada una; en realidad los pidió Sole que, mientras yo me duchaba, ella estaba con el diccionario español-alemán para estudiar como pedir un Martini; a mí nunca se me hubiera ocurrido. Lo que hace la necesidad de alcohol.
—¿Ahora vas a coquetear con el barman del hotel? —cuestiono, elevando una ceja.
—¿Cuál es el problema? Es sexy; Además, no nos vamos a quedar a vivir aquí, por desgracia —contesta encogiéndose de hombros.
—Es muy sexy, es verdad... Solo quiero estar cuando traten de hablar, ya que solo sabes en alemán "gracias" y como pedir un Martini —suelto, riendo por lo bajo, imaginándome la situación.
—Quién necesita hablar, cuando tenemos un idioma universal en el que no se necesita decir ni una palabra —argumenta con supremacía.
— ¿Y cuál es ese idioma universal, según tu criterio?
—El sexo —me aclara la duda sin más, al tiempo le sonríe al barman.
—Me había olvidado de ese hermoso idioma —sonrío al ver cómo la mira el chico.
—Siempre estoy para recordarte las cosas importantes. Ahora voy al baño; No te vayas con ningún hombre, ¿vale? —asiento, y se aleja contoneándose.
Sinceramente, no me arrepiento en absoluto de haberla traído conmigo; es diversión asegurada. Ojalá estuvieran Lucas y Gaby con nosotras, los extraños, y más a Lucas; él siempre corre a mi lado cuando lo necesito, y viceversa, no hay hombre más fiel y sincero que él «al menos, no que yo conozca». Hace un tiempo estuvimos juntos; Hacía poco que lo conocía, él me dijo que le enseñaba defensa personal y me instó a anotarme; Después de pasar tanto tiempo juntos nos sentimos atraídos abrumadoramente, por lo que a consecuencia tuvimos sexo. Pero luego de tenerlo y ver que solo era algo físico, y como no queríamos arruinar nuestra amistad, dejamos que así como empezó, terminase también ese mismo día; lo hablamos, y nunca nos sentimos incómodos, ni nos echamos nada en cara de lo que pasó; al contrario, nos unimos más. Ahora es como mi protector, mi ángel guardián; él me enseñó a pelear, a disparar, me ayudó a salir adelante después de un mal momento, siempre me contuvo y sé que siempre me va a contener.
—Hola —escucho una voz femenina a mi lado sacándome de mis pensamientos.
—Hola —respondo al saludo viendo a una chica morena, ojos negros, labios carnosos, nariz refinada y con un vestido muy ajustado; la verdad, muy linda mujer, con una figura bien pronunciada.
—Soy Tania, y ella es Lisa —se presenta teniéndome la mano, para después señalar a su amiga.
Al igual que ella, tenía unos rasgos muy pronunciados, labios carnosos, ojos rasgados; solo que esta, en vez de vestido, tenía unos pantalones muy ajustados de cintura baja, bastante baja, y un top que no dejaba mucho a la imaginación. Qué mujeres tan sexys. Y bastantes curvilíneas.
—Lina —me presento, estrechándoles la mano para corresponder al saludo.
Me sentí media monjita entre estas mujeres así vestidas; yo estaba con un vestido ceñido color azul y botas negras de cuero con tacón que no insinuaba ni decía absolutamente nada.
—¿Eres uruguaya? —pregunta Tania.
—No, argentina —respondo con una sonrisa.
—Oh, lo siento yo...
—Está bien, no te preocupes; a mí no me molesta —intervengo, antes de que se enrosque sola—. ¿De dónde hijo? —interrogo desviando el tema; La verdad, no sé bien sobre esa estúpida rivalidad entre Argentina y Uruguay y, sinceramente, tampoco me interesa.
—Colombia —responde sonriendo, mostrándome una blanquísima dentadura.
—Te vimos hablando con una chica. ¿Es Argentina como tú? —pregunta la otra chica, llamada Lisa.
—Sí, ella es mi amiga; Llegamos hoy por la mañana.
—Es decir que todavía no vieron nada de aquí —indaga Tania, hablando nuevamente.
—Nop; Caminamos hoy por la tarde, pero no mucho —les explico.
—Hola —saluda Sole acercándose a nosotras.
—Hola —saludan las colombianas al unísono.
—Sole, ellas son Tania y Lisa, vinieron desde Colombia; chicas ella es Sole.
— ¿Hace cuántos están en Alemania? —les pregunta Sole, evidenciando su curiosidad.
—Hace dos semanas. Vinimos por nuestro trabajo; somos fotógrafas, y nos trajeron aquí por una campaña —le hace saber Lisa.
—Así que, en este momento, sacamos fotos a modelos masculinos —explica Tania con un deje de complicidad.
—Qué lindo el trabajo de ustedes —entona Sole con recelo.
—A mí me gustaría estar rodeado de modelos, y mucho más, ordenarles que posen para mí —acoto, imaginándome lo que sería.
—Qué deleite —jadea Sole, y sé que también se lo está imaginando; Tan así, que empieza a babear con solo pensarlo. Se viene el colchón de baba por parte de mí amiga.
—No es tan así; la mayoría son unos caprichosos y se la pasan renegando de todo —aclara Tania.
—Es verdad, y más los que ya hace un buen tiempo que están trabajando, los más nuevos son más dóciles; pero eso va a durar hasta que se hagan fama, claro está —cuenta Lisa.
—Pero no deja de ser un deleite para la vista —suelta Sole con un hilo de baba.
—Eso es verdad —concuerda Lisa—. Hasta que los escuchas hablar y se va todo el deleite a la m****a —concluye, haciéndonos reír a todas.
—Miren, conocemos un boliche cubano que queda por aquí cerca; Pensaba que tal vez mañana quisieran acompañarnos. ¿Qué dicen? —pregunta Tania cambiando de tema.
—Eso sería buenísimo; lo mejor es que voy a poder pedir una variedad de tragos, y en español —exclama la pelirroja, aplaudiendo, lo cual me causó mucha gracia.
Las chicas se despidieron, acordando que nos encontramos aquí mismo la noche siguiente, a la misma hora de hoy. Será divertido mañana por la noche; tienen la apariencia de pasarla bien, ya nosotras eso nos va como anillo al dedo. Luego nos encaminamos a nuestra habitación, a descansar.
Entré a mi cuarto, me desvesti y me desplomé en la cama, cerré los ojos y al minuto los volvió a abrir de golpe; No me puede pasar esto. El rostro del hombre al que atropellé en el aeropuerto se me apareció; su sonrisa seductora, sus ojos brillantes, sus cejas gruesas y rubias, casi doradas. Ay, basta Lina, qué te pasa; ni siquiera es de tu tipo. Será mejor que vaya por un vaso de agua para calmarme un poco; seguro es la ansiedad de este viaje. Sí, debe ser eso.
Después de buscar el vaso con agua y beberlo casi todo de un solo trago, vuelvo a la cama tratando de, esta vez, dormir sin la presencia de ningún adonis rubio entrometido. Lentamente, siento como mis párpados pesan y la oscuridad se apodera de mí, me dejo llevar con gusto a la inconsciencia de un profundo sueño, directo a los brazos de Morfeo.