Llegamos al hotel, me quité las botas de un rápido movimiento y me lanzo sobre el sofá doble, desplomándome; al lado mío se tira Sole, con una estúpida sonrisa dibujada en su cara.
—Me agrada Alex —suelta, como quien no quiere la cosa.
—Pensé que te gustaba Erik —entono; en este momento era mejor pasar por estúpida que por inteligente.
—Sí, me gusta Erik y me agrada Alex —enfatiza, mirándome de reojo.
—Ok —me limito a decir. Ya sabía a dónde iba, y no sé si quería escucharla.
—Te gusta Alex —me acusa deliberadamente.
—No me gusta —réplico, y fui una tonta al hablar tan rápido.
—Lina, te conozco; que se lo niegues a él está perfecto, pero que me lo niegues a mí, que soy tu mejor amiga, tu hermana de corazón, es una estupidez —Ella tiene toda la razón. Supongo que sí se lo confesaba a ella, ya no habría marcha atrás; Estaría admitiéndolo en verdad.
—Bien —suspiro—; Sí me gusta, pero nada más. Es muy arrogante, pedante y ególatra. ¿Puedes creer que hoy dio por seguro que me gustaba?
—Oh,