—Espera, espera —intervengo—; Tenía entendido que Zeus se metamor-foseó en cisne y sedujo a la diosa Némesis, y esta puso el huevo que Leda le terminó robando, y fue Helena la que sale del mismo.
—Sí, es una de las historias y la asocian con Helena y no con Castor y Polux; pero nada es seguro.
—Las historias son confusas —expreso, frunciendo la boca. Él se ríe y continúa con la historia.
—Sin embargo, otras muchas fuentes afirman que el marido mortal de Leda, el rey Tindaro de Lacedemonia, fue en realidad el padre de algunos de los hijos, por lo que a menudo eran llamados con el patronímico Tindaridas. La cuestión es que no sabían si eran mortales o inmortales, o si uno de ellos era inmortal; y si era así, estaban seguros de que Polux era el inmortal. Cuando Teseo y Piritoo secuestraron a su hermana Helena y la llevaron a Afidna, los dioscuros la rescataron y raptaron en venganza a la madre de Teseo, Etra. También acompañaron a Jason en el Argo. Durante el viaje, Polux mató al rey Amico en un combate a mano limpia. Polux era conocido por ser bueno en la lucha cuerpo a cuerpo, mientras que Castor era reconocido por dominar a caballos y cabalgarlos. Cuando Astidamia, reina de Yolco, ofendió a Peleo, los dioscuros lo ayudaron a devastar su país. Castor y Polux raptaron a las hijas de Leucipo, Hilera y Febe, y se casaron con ellas. Por esto, Idas y Linceo, sobrinos de Leucipo, o pretendientes rivales, mataron a Castor. Polux, que había recibido al don de la inmortalidad de Zeus, convenció a su padre para que éste fuera inmortal a Castor. Después, uno y otro, se alternarían en el Olimpo y en el Hades. Después están las constelaciones géminis, que representan a los gemelos; A y B Germinorun se llaman Castor y Polux en su honor. Pero esa es otra historia. ¿Te aburrí? —pregunta al ver que me encuentro callada.
—¿Qué? No, nada de eso —balbuceo; no le pienso decir que quedó fascinada por el conocimiento que tiene, mi orgullo es un poco más fuerte como para eso.
En ese momento él se acerca más a mí, agarrando mi mano.
"Que no se acerque más, que no se acerque más"... y se acercó más. Quedó a centímetros de mí, robando mi espacio personal y mi aire.
—Quiero hacer la prueba —demanda muy cerca de mi boca. Sigo callada, no podía decir nada—, ahora.
Me besa, coloca su mano libre en mi nuca y tira hacia él; al principio no reacciono al beso, me negué... Mi resistencia dura dos segundos.
—¿Por qué me besas? —me alejo unos centímetros de su boca.
Levanta la comisura de su boca en forma arrogante, como solo él sabe hacer.
—Si no te gustó, puedes devolvérmelo.
Agarro su nuca y lo presiono hacia a mí nuevamente, el beso se hace más intenso que el anterior; él baja la mano que tenía en mi cadera por atrás, hasta mi pierna, y me alza del suelo para llevarme contra la pared, en una esquina. Me besa la mandíbula, comienza a bajar hacia el cuello, luego la clavícula. Escucho su sonido ronco desde atrás de su garganta y, jadeo. Y bendito sea Castor, Polux y todos los Dioscuros, qué bien besa este hombre. Creo que perdí la razón; estamos en un museo, ¿qué m****a estamos haciendo? Sus manos estaban por mi cuerpo y las mías en el suyo, nuestros cuerpos pegados, transformándose en uno solo.
—Alex... Alex, no deberíamos —jadeo.
—Shh.
Me vuelve a besar para callarme y, obviamente, que le hago caso sin chistar. Gimo en su boca cuando siento como presiona su sexo contra el mío, se frota y aprieta con fuerza, puedo sentir lo dura y prominente que se encuentra su erección. Sus manos están en mi culo, masajeándolo firmemente, mientras no deja de besarme con premura. Enredo mis dedos en su pelo y tiro con fuerza hacia atrás, él jadea y ataca su cuello. Con unas de sus manos empieza a bajar por mi culo hasta llegar a mi centro, el cual estaba húmedo; gruñe en mi cuello en cuanto toca mi humedad, me aprieta más contra la pared, se dirige a mi boca y me besa con vehemencia, guerrilleando con su lengua la mía sin piedad, hurgado cada recoveco de mi boca, sin dejar de jugar con sus dedos en mi centro haciendo que me mojara en extremo, y puedo sentir cómo, cuanto más me mojaba, más su miembro palpitaba.
—Hace mucho quería hacer esto —dicho eso, se hace lugar en mi tanga metiendo sus dedos en mi interior; gimo, e inmediatamente le muerdo el labio inferior con fuerza provocando que sangrara, pudiendo sentir la mezcla de sal y óxido de esa sangre en mi boca mezclándose con nuestra saliva.
Por mi arrebato gruñe en mi boca y aprieta más sus dedos hacia adentro, donde comienza a moverlos de manera circular. Con su pulgar masajea mi clítoris, que se encontraba hinchado y duro de excitación. Sigue besándome, tocándome, masturbándome con sus dedos; yo me encuentro arqueando mi espalda y pegándome más a él. Un calor abrazador recorre mi espina dorsal y mis músculos se contraen anunciando un eminente orgasmo. Estoy a punto de perder la razón, y Alex no deja de darme placer con sus manos en mi vagina y su boca en la mía, blanqueando su lengua contra la mía.
—Alex... —jadeo—. Alex... No... —no puedo seguir, voy a llegar en cualquier momento y él que no me da tregua.
—Lo sé —me mira a los ojos y luego se dirige a mi oído—. Déjate llevar, hazlo para mí —me susurra, y ese fue el detonante para liberarme.
Se encuentra viéndome a los ojos, mientras mi cuerpo convulsiona por el orgasmo, sus ojos gritan deseo, gritan más. Mi cuerpo tiembla, él sigue mirándome fijamente, sin dejar de mover sus dedos en mi interior y pellizcando mi clítoris, haciendo que el orgasmo se extendiera más y me llevara al subespacio. Lo miro en cuanto me calmo; me dedica una hermosa sonrisa, para luego besarme con fuerza, una mano en mi cadera apretándome contra él y la otra en mi nuca intensificando el beso. No deja de besarme hasta que ambos necesitemos respirar.