NIKOLAI
Aria dormía entre mis brazos, su respiración lenta y tranquila. Yo, en cambio, no podía cerrar los ojos. La ira seguía ardiendo en mi interior, quemando cada pensamiento.
Luka.
Ese malnacido había intentado tocar lo que era mío. Si no lo hubiera encontrado a tiempo…
Mi mandíbula se tensó, y acaricié distraídamente la espalda de Aria, como si eso pudiera calmarme. La tenía a salvo ahora, pero la guerra apenas comenzaba.
El sonido de mi teléfono vibrando en la mesita de noche me sacó de mis pensamientos. Lo tomé con rapidez, asegurándome de no despertar a Aria.
—¿Qué pasa? —pregunté en voz baja.
—Señor… tenemos un problema —la voz de uno de los escoltas de Darya sonaba tensa, con un ligero toque de agitación.
—Habla.
—Fuimos emboscados en medio de la carretera. Darya luchó, pero… la hirieron.
El mundo se detuvo por un segundo.
—¿Qué tan grave?
—No lo sabemos con certeza. Se está desangrando. La sacamos de ahí, pero necesitamos refuerzos.
Salté de la cama sin dudarlo, ya en modo