ARIA HATZIS
—¿Adónde vamos? —pregunto, desviando la conversación.
—Sorpresa.
—No soy fanática de las sorpresas.
—Tendrás que acostumbrarte —replica, pisando el acelerador cuando el semáforo cambia a verde.
El camino se siente como una burbuja a punto de estallar. Hay tantas cosas entre nosotros, cosas que aún duelen, cosas que aún no entiendo del todo. Pero, al mismo tiempo, hay algo que me atrae a él de una manera que no puedo ignorar.
Finalmente, nos detenemos frente a un edificio elegante con luces cálidas en la entrada. Nikolai se baja primero y, antes de que pueda tocar la manija, abre mi puerta, extendiéndome la mano.
—Confía en mí esta noche, muñeca.
Dudo un segundo antes de aceptar su mano.
Subimos por un ascensor privado hasta un restaurante exclusivo en la azotea, donde las luces de la ciudad se extienden a nuestro alrededor como un océano de estrellas. La mesa está preparada con una botella de vino, velas y un ambiente íntimo que me hace sentir extrañamen