NIKOLAI
La Mansión D'Lacroix.
Cuando llegamos, el personal ya está preparado para recibirnos. La gran mansión Malishev en Francia es una mezcla de opulencia y poder.
Al bajar del auto, Aria se detiene un momento para admirar la vista.
—Nunca me acostumbraré a esto —susurra.
—Terminarás haciéndolo.
Le ofrezco mi brazo, y ella lo toma con una sonrisa. Caminamos juntos hacia el interior, donde ya nos esperan mis padres y mis hermanos.
—Ah, la pareja del momento —dice Andrei con su usual tono burlón, apoyado en la baranda del segundo piso.
Darya, a su lado, nos observa con una sonrisa de medio lado.
—Llegas tarde, Niko. Mamá estaba a punto de pedir que te arrastráramos hasta aquí —añade Darya con diversión.
Ignoro sus comentarios y llevo a Aria directamente hacia mis padres.
Mi madre, Elia D’Lacroix, nos observa con ojos afilados, siempre analizando cada movimiento. Mi padre, Slavik Malishev, mantiene su postura severa, aunque sus ojos azules se posan en Aria con un atisbo de curiosidad