Everly siente cómo su piel hormiguea con el roce de los labios de Eirikr. El beso la tomó por sorpresa, no tenía ni idea de que fuera a hacer aquello, pero no se arrepiente de que lo haya hecho. Se siente voluble y frágil por todo lo acontecido.
Observa el anillo en su mano y lo mira con tristeza. Otto nunca le dio uno. Solo fueron al registro civil y se casaron, algo simple y tan llano que no tuvo ningún tipo de ceremonia emotiva ni un vestido que pudiera heredarle a su hija.
Una lágrima se escapa del rostro de Everly. Eirikr tiene miedo de preguntar qué le sucede, pues no es muy bueno manejando las situaciones de ese tipo. Sin embargo, a pesar de que no sabe qué decir, su instinto de protección le dicta que la abrace, y lo hace, acercándola a su cuerpo.
Everly siente la fragancia masculina de Eirikr. A pesar de los años, se da cuenta de que no ha cambiado. ¿Cómo podría olvidarla, si ha soñado con ella tantas veces?
—Todo estará bien, nena. Te prometo que recuperarás a tu hija —asegur