El periódico cayó sobre la mesa de cristal con un golpe seco que resonó en todo el despacho. Mariana levantó la vista de su computadora, sobresaltada. Alejandro estaba de pie frente a ella, con el rostro contraído en una máscara de furia que jamás le había visto.
—¿Me puedes explicar esto? —Su voz era un látigo de hielo.
Mariana miró la portada del periódico sensacionalista. Su corazón se detuvo. Allí estaba ella, saliendo del Hotel Miralago, con un hombre cuyo rostro quedaba parcialmente oculto por su sombrero. La foto estaba tomada desde un ángulo que sugería intimidad, como si acabaran de pasar la noche juntos. El titular era demoledor: "¿MATRIMONIO DE CONVENIENCIA? La señora De la Vega no pierde el tiempo".
—Esto... esto no es lo que parece —balbuceó, sintiendo cómo el color abandonaba su rostro.
—¿No? Porque parece que mi esposa sale de un hotel con otro hombre mientras yo estoy en una reunión de negocios en Madrid —Alejandro apoyó ambas manos sobre el escritorio, inclinándose ha