El sobre blanco descansaba sobre la mesa de la cocina como un objeto extraño, casi amenazante. Mariana lo miraba fijamente mientras sostenía su taza de café, ahora frío. La carta había llegado esa mañana, y con ella, una decisión que podría cambiar el rumbo de su vida para siempre.
"Estimada Sra. Mariana Ortiz, nos complace informarle que ha sido seleccionada para el puesto de Directora Creativa en nuestra sede de Barcelona..."
Las palabras bailaban en su mente. Barcelona. Europa. Un puesto directivo. Todo lo que había soñado profesionalmente estaba contenido en ese sobre. La oportunidad de su vida, como le había dicho Claudia cuando la llamó para contarle.
—Es lo que siempre quisiste, Mari —le había dicho su amiga—. Desde que te conozco hablas de trabajar en el extranjero, de crecer, de volar.
Volar. Esa palabra resonaba en su cabeza mientras observaba por la ventana del apartamento que ahora compartía con Alejandro. El cielo de la tarde se teñía de naranja, y las luces de la ciudad