El café se había enfriado sobre la mesa mientras Mariana revisaba ofertas de empleo en su laptop. La luz de la tarde se filtraba por la ventana de su pequeño apartamento, iluminando las hojas de su currículum esparcidas sobre el sofá. Tres días habían pasado desde su última conversación con Alejandro, tres días en los que había decidido que necesitaba reconstruir su vida lejos de él.
"Asistente ejecutiva en empresa de telecomunicaciones", leyó en voz alta. "Experiencia mínima de cinco años. Dominio de inglés y francés."
Suspiró. Tenía las cualificaciones, pero la idea de volver a ser la secretaria de alguien más le provocaba un nudo en el estómago. Cada puesto que leía le recordaba a él, a su oficina, a la forma en que su voz grave llenaba la sala de juntas.
—Puedo hacer esto —se dijo a sí misma, frotándose los ojos cansados—. Necesito hacerlo.
Su teléfono vibró con un mensaje de Lucía: "¿Cómo vas con la búsqueda? ¿Necesitas que te recomiende en algún lugar?"
Estaba a punto de respond