Alonso miraba la prueba de ADN en mis manos y luego me observaba a mí. Después, la dejó a un lado y me volvió a abrazar, haciendo que me sentara en la cama junto a él. Tomó mis manos entre las suyas y me miró muy serio:
—No tienes que ponerte así, no sé por qué esa prueba dio positivo, es algo que averiguaremos juntos. No se me olvida que tú sospechabas que no eras hija de tus padres. Entonces, puede que alguien haya cambiado aquella prueba que te hiciste en Roma, y seas en verdad hermana de Nectáreo y de Diletta, y te robaron de bebé —dijo muy serio, haciendo que pensara por primera vez en esa posibilidad debido al modo tan extraño que ellos me trataban, como si no fuera su familia y al enorme parecido que tenía con ellos—. Por el momento, es conveniente ahora más que nunca que te quedes a su lado, pero debemos conversar con él. En mi a