Mundo ficciónIniciar sesiónALONSO:
Su voz era suave, casi un susurro, pero cargada de una curiosidad que me desconcertó. No había reproche en sus palabras, sino una especie de fascinación que me hizo sentir expuesto y poderoso al mismo tiempo.
Me quedé de piedra por un segundo, sorprendido por su reacción. Luego, una sonrisa torcida se dibujó en mi rostro, incapaz de contener la mezcla de orgullo y deseo que me invadía. El aire entre nosotros chisporroteaba con una tensión casi palpable. Celia me miraba con esos ojos que parecían leerme el alma, desafiándome y seduciéndome al mismo tiempo deteniéndose en la parte de mi cuerpo que no se quedaba tranquila ante el coqueteo que ella tenía conmigo y pujaba por ser atendida fuera de mis pantalones. —¿Te gusta lo que ves? —gruñí, acercándome más a ella. El calor de su cuerpo me atraía como un imán—. Porque esto es lo que soy, un maldito mafioso italiano. No hay vuelta atrás. Celia mantuvo su compostura, pero pude ver un destel






