Mundo de ficçãoIniciar sessãoALONSO:
No dijo nada, solo asintió con la cabeza y fue ella la que buscó mi boca desesperadamente. No me hice de rogar, la complací sintiendo que todo mi cuerpo se encendía como una mecha. Joder, que Celia con su operación me tenía a dieta, y la deseaba con cada fibra de mi ser. La empujé delicadamente y, para que no se fuera a ofender, tomé su mano y la llevé a la parte de mi cuerpo que pujaba por romper mi ropa.
—Te quiero... —gruñí con voz ronca. Ella me miró y por un momento me acarició mientras volvía a ofrecerme su boca, cerrando los ojos. Esta vez devoré con verdadero ahínco sus carnosos labios que me enloquecían, sintiendo su caricia que me estaba volviendo loco, hasta que un sonido nos interrumpió. Por instinto, saqué mi arma y salté para proteger a mi Celia. Para mi sorpresa, vi un pequeño robot con una pantalla. —Disculpa la interrupción, Alonso —habló mi hermano, el doctor Luigi—. Como nuestros teléfonos están inhabilitados, Gabrie






