Me introduce despacio, queriendo que sienta como su extensión me abre, me llena, me abarrota completa y aún tiene más para darme, pero se aguanta. Sé que me cuida, no quiere que sufra sino que disfrute, todavía estoy muy cerrada. Pone un compás suave y lo sigo, las luces están apagadas, y aun así distingo su fuerte cuerpo encima del mío.
Nuestros cuerpos resuenen al sonido del encuentro mientras bombea con énfasis en mi interior, los sonidos arman una melodía que acompañan a los gritos de placer que me arranca. Emite sonidos guturales en lo que me introduce con alevosía, complaciéndome más allá de lo que imaginé desear. Empuja con todas sus fuerzas viniendo al encuentro de mi pelvis, se inclina un poco más y se prende de mi boca abierta succionando mis labios, mi lengua, toda yo, y respondo de igual manera. Me parece im