254. CONTINUACIÓN

CELIA:

 Percibí cómo mis hermanos se levantaban sigilosamente, dejando espacio para que Alonso se acostara a mi lado. Escuché sus pasos suaves sobre el suelo de madera y sus murmullos de despedida mientras cerraban la puerta tras de sí. El silencio que siguió fue reconfortante, roto solo por el sonido del agua corriendo en el baño cuando Alonso se duchó.

 Minutos después, sentí el colchón hundirse bajo su peso y el calor de su cuerpo envolviéndome mientras me abrazaba. Me acomodé en su pecho, inhalando su aroma a jabón y a hogar, sintiéndome por fin completa ahora que estaba conmigo. A pesar de que debía haber amanecido ya, en aquel refugio subterráneo era imposible distinguir el día de la noche. Nos sumimos en un sueño profundo, nuestras respiraciones sincronizándose en la penumbra protectora.

 No sé cuánto tiempo dormimos, pero desperté sintiendo los dedos de Alonso trazando suavemente los contornos de mi rostro. Abrí los ojos lentamente, encontránd
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