Mundo ficciónIniciar sesiónFABRIZIO:
El abuelo se levantó de golpe, tirando la silla al suelo. Se acercó a la tía abuela con pasos pesados, amenazantes.
—¿Qué demonios dices, mujer? —rugió—. Parece mentira que seas una científica. Sabes perfectamente que las personas de sangre dorada son más raras que un puto unicornio, y el motivo por el que nacen así. Mi antepasado no sabía una mierda de eso, tampoco tiene la culpa de que cuando salen preñadas de nosotros su sangre se mezcle con la nuestra. Es la jodida naturaleza quien hace eso, no los Garibaldi. La tía abuela escupió al suelo, su saliva mezclada con sangre. Mientras trataba de limpiar su frente.—Mientes, Fabrizio Garibaldi. Siempre han mentido —siseó—. Tú antepasado lo sabía todo. Nos robó nuestro don, nuestra magia. Y ahora pagarás por ello. El abue






