234. MISIÓN CUMPLIDA

ALONSO:

Las risas seguían llenando el pequeño espacio del helicóptero, soltando la tensión que habíamos dejado atrás y que nos empujaba a aprovechar ese momento de alivio. Dante soltó una risa nerviosa y reaccionó de inmediato.

—¡Oye! Que me conoces. Cuando me decido a convencer a una mujer, lo logro —dijo en broma, pero luego agregó, siguiendo la broma—: Aunque mi dama es algo…

—¿Salvaje? —preguntó uno.

—¿Fiera? —preguntó otro, riendo.

Todos le decían cosas, riendo a carcajadas de Dante. Se lo merecía. De todos nosotros, cuando a él le daba por hacer bromas, nos volvía locos, por lo que ahora le tocaba a él. Era una situación hilarante.

—A mí nadie me avisó de nada —dije, siguiendo la broma—. Yo toqué y lo vi salir casi desnudo. Si me lo llega a decir… ¡ja, ja, ja!

—¿Tú también, hermano? —preguntó, aunque reía. Sé que estaba feliz de saber que Diletta, aunque molesta, lo estaba esperando—. Sabes muy bien que si me llamas, voy. Además, fue algo inesperado: al llegar
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