210. CONTINUACIÓN
ALONSO:
Fabrizio dejó escapar un suspiro corto sin dejar de mirarme, enfundando cada palabra que salía de su boca con la precisión calculada de quien da órdenes y espera que las cumplan al pie de la letra. No entendía de qué estaba hablando, ¿el Monte Terminio? ¿Por qué tan lejos?
—No seas estúpido, Alonso —soltó con la firmeza que cortaba el aire—. ¡Cuidaré de tu Celia! Te envío con Dante allá porque eres el más indicado. Tú y Vittorio irán al Monte Terminio no porque quiera alejarte, hermano, sino porque necesitamos saber qué carajo planean nuestros enemigos antes de que reclamen lo que creen suyo.
Me acerqué lentamente a él, intentando encontrar señales de inseguridad en sus ojos, pero no había duda. Fabrizio nunca flaqueaba; lo que decía, lo cumplía. Dante dejó escapar una carcajada irónica desde el rincón donde observaba la escena, apoyado contra la pared. Ante mi mirada de confusión y desconfianza, Fabrizio agregó bajando la voz:
—Llamé a Vittorio y le conté lo que habíam