CELIA:
Desperté con la sensación de haber dormido más de lo debido. Mis ojos se abrieron para descubrir una habitación desconocida. Giré la cabeza en busca de Alonso y allí estaba, adormilado en un sillón junto a la cama, con un arma larga reposando en sus piernas. A pesar de estar conectada a un suministro de oxígeno, notaba que mi respiración era más fluida. Me incorporé con cautela, intentando no hacer ruido para no despertarlo, pero sus ojos se abrieron de golpe, llenos de alarma al verme de pie.
—¿Amor, qué haces? —se apresuró a mi lado, descolgando el aparato del que pendían los sueros. Había retirado la máscara de oxígeno de mi rostro. Sentía una urgencia imperiosa de ir al baño.—Solo necesito ir al baño, me estoy muriendo de ganas. ¿Dónde está?Alonso, aún