ALONSO:
Sentí la mano temblorosa de mi Celia apretar la mía, lo que significaba que estaba escuchando lo que decían todos. Un silencio se había implantado en la habitación ante mi reacción, y pude sentir cómo la mano de Celia apretaba la mía. Tenía miedo, por eso me incliné y le dije.
—No tengas miedo con lo que escuches, amor. Me tienes a mí y no dejaré que te hagan nada — besé su frente cubriéndola con la sábana para que nadie más la viera. — A nosotros los Garibaldi lo que nos sobra es el dinero, no necesitamos de ese tesoro. Mi hermano Fabrizio es el jefe de la familia y no dejará que te hagan nada, palabra de Garibaldi. La volví a besar y cubrir ante los ojos de mi abuela y mi madre. No entendía lo que murmuraban entre ellas, hasta que vi a papá aparecer junto a Fabrizio. La risa de mi hermano al escucharlo me llenó de satisfacción. — ¿Así que vas a ser papá, Alonso? Al fin hijo, al fin lo lograste. Felicidades —y me abrazaba con verdader