ALONSO:
Al salir de la habitación luego de que Celia se durmiera, dejé que Diletta la cuidara, pero llamé a mi inseparable Dante y le dije que no se separara de esa puerta que sospechaba que los hermanos de Celia querían alejarla de nosotros y eso era un gran error.
—No me moveré de aquí —me aseguró y sabía que era verdad. Luego dirigí mis pasos a donde mi cuñado Nectáreo sentado en una esquina observaba todo el panorama. Su rostro estaba serio con expresión preocupada. —¿Me puedes explicar qué sucede, Alonso? ¿Por qué vinieron todos esos mafiosos? ¿No estarán pensando en subastar a mi hermana? —preguntó como un gruñido. —No es lo que piensas, no tiene nada que ver con tu hermana Celia —le aseguré de inmediato—. Es que logramos descubrir que estamos bajo una gran amenaza, alguien quiere acabar con todos los Garibaldi y nuestros aliados. —Entonces déjame ir con mis hermanas —me pidió muy serio, poniéndose de pie con las a