LUIGI:

 Con la determinación grabada en cada movimiento, me dirigí hacia Celia, listo para enfrentar lo que nos esperaba. La operación que se avecinaba no solo pondría a prueba nuestras habilidades médicas sino también la fortaleza de nuestros vínculos. La mano ensangrentada de Alonso me detuvo.

—Salva a mi Celia Luigi, por favor, si no lo haces me perderás —susurró con sus ojos llenos de terror, uno que jamás había visto en ellos, lo abracé al sentir su vulnerabilidad, la misma que sentía yo por el miedo de perder a Lucero.

—Trataré Alonso, pero necesito que mientras yo lucho por ella, vayas a salvar a Iselda con Fabrizio. La tiene Adan Rocco en Macedonia —le pedí apretando su mano.

—¿Adan? ¿El mismo Adan que…? —preguntó aunque pude ver en su mirada un brillo feroz de quien ya sabe todo.