CAPÍTULO 85. Tu única opción.
Mientras en Tijuana.
Como cada tarde, Mariela se escapó de su insoportable madre y hermana para compartir un momento con Ramón. Gregorio ya la tenía vigilada e incluso le había prohibido que se acercara al mozo de cuadra.
«Me tocará mostrarle a ese muchacho cuál es su lugar», pensó molesto.
—Hola, Ramón. Perdona que ayer no pude venir, pero es que mi padre y mi madre andan histéricos —dijo Mariana en cuanto se acercó al muchacho, que estaba cepillando el lomo de un caballo.
—Te eché de menos, pero no quiero causarte ningún tipo de problemas con tu familia —el muchacho le dedicó una sonrisa, y los nervios se apoderaron de su cuerpo. Cuando Mariana estaba cerca, no sabía qué hacer; le parecía irreal que ella estuviera ahí con él.
De una sola zancada de emoción, ella se colocó a su lado y puso la mano sobre la suya.
—Te ayudo —pidió.
—Eh, sí… sí, claro —su voz salió entrecortada. La cercanía de Mariela hacía que quisiera salir corriendo.
Cristina los miraba desde lejos, sintiendo enfado