Capítulo 102. Resignación.
Narra Irina.
Durante el proceso de la prueba sentí una pequeña molestia, pero gracias al cielo ya estoy mejor. He pensado que tal vez fueron los nervios los que me hicieron sentir que la doctora fue brusca.
Me giré entre los brazos de mi esposo y lo miré dormido, con su pelo alborotado y aun así se veía hermoso.
—Cariño, duerme un poco, todavía es temprano —me sorprendió saber que estaba despierto; me habló con los ojos cerrados.
—¿Tú no estabas durmiendo?
—Tengo el sueño liviano, y mi mujer se mueve mucho —abrí los ojos de más.
—Qué romántico eres, esposo mío —bromeé, fingiendo estar ofendida, y él me miró con una sonrisa pícara. Me atrajo más hacia él, pegando mi cabeza a sus pectorales desnudos, y me dejó un beso en la coronilla de la cabeza.
—Estaba bromeando, amor —me dijo cauteloso, y en respuesta le pasé la lengua por el pecho.
—Yo también bromeaba —le respondí sin dejar de darle besos pausados, sintiendo cómo mi libido aumentaba, y fui subiendo mis labios a su cuello, trazando