CAPÍTULO 84. Posibles amigas.
Narrador.
Sumido en unos pensamientos para nada buenos, iba Orlando hacia su oficina cuando su padre lo detuvo, mostrándose preocupado. Había vuelto a escuchar los gritos y, después de ver que su hijo ya se estaba llevando bien con Irina, le preocupó una nueva discusión.
—Hijo, ¿está todo bien? —esa fue la primera pregunta que le hizo.
—No, padre, pero muy pronto sí estará todo bien, no te preocupes —no tenía que ser adivino para darse cuenta de que detrás de esas palabras había mucho que asustaba.
—Puedo ayudar, recuerda que cuentas conmigo —Orlando asintió agradecido. Sabía que podía contar con Fernando, pero ya se había encargado de que todo estuviera bajo control.
Fernando quiso decir más, sin embargo, tenía la certeza de que Orlando sería prudente al actuar. Aunque no sabía a qué se debía todo con exactitud, presentía que algo tenía que ver el esposo de Irina.
Encerrado en su despacho, Orlando hizo las llamadas necesarias, dando las instrucciones de sacar a Lucrecia de ese lugar,