CAPÍTULO 83. No falles, Orlando Millán.
En la hacienda:
Minutos antes, Miguel estaba furioso con sus estúpidos peones, que no sabían captar una orden debidamente, y se les había ido la mano con el castigo que él mandó a dar al peón que Juan acusó de trabajar para Orlando. Así que el hombre se encontraba luchando por su vida en un hospital lejano, donde Miguel lo mandó a tirar en la puerta del mismo para desligarse de cualquier situación, teniendo en cuenta que, si quedaba vivo, debía volver para amenazarlo de no decir nada sobre él.
Se apretaba la cabeza, sintiendo que todo se le estaba yendo de las manos. Las vacas nuevas no le habían generado los mismos litros de leche que le generaba su anterior ganado vacuno, y la siembra cada día iba de mal en peor, puesto que a su suegro se le daba pésimo la agricultura. Sin embargo, aún albergaba esperanzas, porque fue notificado de que, al final, su hacienda sería beneficiada con el canal.
«Al maldito Orlando no se le dio tan fácil como quería», pensó alegre, porque al menos en eso