CAPÍTULO 82. Susurros entre el vapor.
Narrador
La volvió a besar, pero esta vez succionando sus labios con pasión, chupándole ambos lados, moviéndose al compás, mientras uno giraba la cabeza sin alejarse de su boca, el otro la enderezaba, ambos agarrando sus cabezas sin planes de alejarse de sus bocas.
Ella se desesperó y levantó un poco la cadera, acomodando en la entrada de su vagina la punta esponjosa de ese miembro que le hace ver maravillas, y se dejó caer sobre el mismo, haciendo que todo se clavara de un solo golpe. Estaba lubricada pese a la resequedad que causa el agua. Las mentes de ambos volvieron a Tijuana, a la primera vez que sus cuerpos se acoplaron el uno con el otro, siendo uno solo.
Se dejaron llevar por el placer inmenso y, como posesos, él empujaba y ella saltaba sobre ese duro pene que la atravesaba y la llenaba, mientras él agarraba sus tetas macizas y, con dos de sus dedos, apretaba suave y deliciosamente su pezón derecho mientras lamía el izquierdo.
—Ah, me gusta... oh… Orlando… estoy en reposo —