CAPÍTULO 13. La última en enterarse.
El desayuno pasó entre otras charlas y todos se levantaron para empezar con sus labores, y a Irina le temblaban las piernas por las tantas emociones que pasó observando a ese hombre que le removía todo.
«¿Tan rápido he dejado de amar a Miguel?», se preguntó algo preocupada, porque eso sería algo malo. A ese hombre se le notaba que únicamente quería jugar, y ella no podía arriesgarse.
También le costaba imaginar que sus deseos no solo pudieran destruir su matrimonio, sino el de ellos, y miró a Cristina, pensando que a veces se sentía un poco mal por el hecho de sentirse atraída por su marido, pero también suponía que mientras ella no se diera cuenta y las cosas no pasaran a mayores, no había problema. Además, era de suponerse que se sintiera tan hechizada por Orlando, pues tenía buen porte y ese carácter que lo hacía más atractivo.
El sonido del teléfono de su esposo la hizo salir de sus cavilaciones, cuando él respondió rígidamente una llamada, limitándose a hablar fluido y diciendo q