Capítulo 75. El incómodo silencio de Maximiliano.
Amy Espinoza
El jueves amaneció con un cielo que parecía un lienzo recién lavado. Ni una nube, solo un azul tan limpio que dolía mirarlo. Era el día de regreso a casa.
Salimos temprano, antes de las diez de la mañana estábamos en la ciudad. Mientras el auto nos conducía de vuelta a la mansión, sentí una punzada extraña: esa mezcla de nostalgia y alivio que siempre dejan los viajes breves.
La luna de miel se había terminado, sí, pero en el fondo me acompañaba la sensación de que algo nuevo, algo más grande, comenzaba para nosotros. Lejos, estaba de saber lo qué me esperaba.
Mía iba dormida entre nosotros, la cabeza apoyada en mi brazo, con la boca entreabierta y un mechón de cabello pegado a la frente. El traqueteo suave del camino parecía arrullarla; de vez en cuando se movía como si siguiera persiguiendo golondrinas en sueños.
Yo le aparté el cabello con cuidado, saboreando el calor diminuto que irradiaba su cuerpecito.
Maximiliano iba a nuestro lado en silencio. Era un silencio q