Capítulo 69. Noche de bodas.
Amy Espinoza
La limusina negra se deslizó por las calles adormecidas de la ciudad como un suspiro de lujo en la noche. Dentro, el mundo estaba amortiguado, aislado del eco de los aplausos y la música que aún resonaba en mis oídos.
Me recosté contra el cuero suave, el peso del vestido blanco, ahora arrugado y con restos de pétalos de jazmín en los pliegues, era una ancla a la realidad. A mi lado, Maximiliano no soltaba mi mano. Su pulgar trazaba círculos lentos e hipnóticos en mi piel, un movimiento tranquilizador y posesivo a la vez.
La adrenalina del día empezaba a ceder, dejando a su paso un agotamiento profundo y una euforia serena que me hacía flotar. Había dicho "sí". Realmente lo había hecho.
La imagen de Mía, radiante y feliz entre nosotros, se mezclaba con la intensidad de la mirada de Max bajo la pérgola. Era un cóctel embriagador de emociones contradictorias que me tenía suspendida en un espacio etéreo, entre el sueño y la vigilia.
—Nunca dejaste de sonreír —la voz de Max,