Pasaron tres semanas. Ethan y Margaret se hicieron responsables de los cuidados de Willy. Para sorpresa de ambos, Alison aceptó todas las condiciones que se le impusieron.
A medida que los días pasaban, la relación entre padre e hijo se fortalecía con los pequeños detalles. Ethan encontraba en cada gesto y en cada risa de Willy un motivo para seguir adelante. Las tardes se llenaban de juegos y paseos al parque, lo que construía un vínculo que nunca antes había sentido tan fuerte.
Las noches ya no eran solitarias para Ethan; la risa de Willy y la compañía de Margaret lo llenaban de una calidez que nunca antes había experimentado. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía pleno.
—¿Cariño, estás segura de que quieres firmar este nuevo contrato? No estás obligada a hacerlo.
Ante la insistencia de Margaret, Ethan realizó modificaciones al antiguo contrato; esta vez, era un acuerdo mutuo.
—Dámelo, quiero leerlo. Tengo que saber cuáles serán mis nuevos castigos —ella sonrió.
Margaret tomó e