—¿Y bien, por qué quiere ayudarme? —preguntó Alison con un tono de desconfianza.
—Vamos, no tengas miedo. Si aceptas mi ayuda, puedo convertirme en un aliado invaluable —Angus no dejaba de mirar la figura de Alison; sus largas piernas y pechos pronunciados lo hacían perderse en sus más oscuras fantasías—. ¿Me invitarás a pasar? Es muy descortés recibir a tus visitas de esta forma.
Alison observaba a Angus con cautela. Sentía el peso de su mirada, esa mezcla de interés y deseo que él no se molestaba en ocultar. Era algo que había aprendido a manejar a lo largo de los años, pero siempre le dejaba un sabor amargo. Sabía qué hombres como Angus rara vez ofrecían ayuda sin esperar algo a cambio.
—¿Qué tipo de aliado sería? —preguntó, manteniendo su tono neutral, pero dejando que una pizca de desdén se filtrara en sus palabras—. No confío en las personas que ofrecen demasiado; la vida me ha enseñado que no todo lo que brilla es oro.
Angus sonrió, como si hubiese esperado esa respuesta. Se in