Un momento después corríamos de regreso hacia las puertas del castillo, riendo de la mano. Subimos apresurados y entramos de puntillas a nuestro departamento. Me asomé al dormitorio de los niños. Dormían profundamente, Malec incluido, acurrucado entre los brazos de Briana. Cerré la puerta con sigilo y me reuní con Mael en la sala. Volvió a abrazarme y deslizó un brazo bajo mis piernas, alzándome en vilo para llevarme a nuestro dormitorio.
Nos desvestimos mutuamente, sin dejar de besarnos hasta que tuve que agacharme a quitarle las botas. Recordando lo que ocurriera antes de dejar Reisling, reprimí mi impulso de empujarlo para que se tendiera boca arriba en la cama. En cambio, lo hice retroceder hasta el diván bajo la ventana.
Desaté la cintura de su pantalón antes de hacerlo sentarse allí, y me tomé un momento para descalzarlo y desnudar sus piernas. Entonces